La revolución que se ahogó en el mar
Mariano Moreno fue el revolucionario, jacobino, más brillante y decidido de aquella “Primera Junta de Gobierno” que emergió como primer gobierno Patrio el 25 de mayo, luego de expulsar al Virrey Cisneros. Junto a extraordinarios próceres como Castelli y Belgrano, encabezó un proyecto transformador dirigido a ampliar la Revolución republicana y democrática contra el absolutismo, a todas las provincias, una idea de América unida, enfundada en los sueños de “Patria grande”, una reivindicación del derecho de los indios y una independencia de la América liberada de las ataduras Imperiales.
Este proyecto popular, entró en conflicto, desde un inicio, con el ala más conservadora de la Junta, representada por su Presidente Cornelio Saavedra, que basaba su Poder en el Ejército de los Patricios y defendía los intereses de los ricos, aristocráticos y comerciantes a los que sólo les interesaba el intercambio libre con Inglaterra, en base a sus propios intereses. Si bien Moreno adhería a una necesaria política librecambista, necesidad económica y política del momento, lo hacía desde una perspectiva que no perdiera de vista los intereses de la Patria naciente, en condiciones de igualdad e intercambio, tal como lo dejaba ver, claramente en la Gaceta de Buenos Aires: “El extranjero no viene a nuestro país a trabajar en nuestro bien, sino a sacar cuantas ventajas pueda proporcionarse. Recibámoslo en buena hora, aprendamos las mejoras de su civilización, aceptemos las obras de su Industria y franqueémosle los frutos que la naturaleza nos reparte a manos llenas. Pero miremos sus consejos con la mayor reserva, y no incurramos en el error de aquellos pueblos inocentes que se dejaron envolver en cadenas en medio del embelesamiento que les habían producido los chiches y abalorios” (Mariano Moreno), autor de estos consejos de notable actualidad, en un diario, la Gaceta, creada a los fines de ilustrar al pueblo, a sustraerlos del analfabetismo e ignorancia, a conocer las ideas de libertad que venían de la Revolución francesa y como arma de lucha y de la batalla que se juega en el terreno de las ideas, tan actual también , y por eso era leída en voz alta, claro, en las Iglesias a las que concurrían aquellos, los pobres, para los que “El sabiecito del sur”, pensaba y ejecutaba una radical transformación revolucionaria . Es que con Moreno y Saavedra se abre una brecha de dos proyectos históricos contrapuestos para nuestra América, el uno de la libertad y la independencia y el otro de la relación de dependencia semi-colonial con Inglaterra, de construcción de una nación para unos pocos, que se irá poco a poco perfilando, elitista y oligárquica, y que marcará finalmente nuestro destino. Moreno traza sus ideales revolucionario en el “Plan de Operaciones”, cuya audacia anticipa incluso el Marxismo, al proponer, allí, la substitución de la burguesía inexistente en América, como clase pujante, integradora e impulsora del progreso, al mismísimo Estado como potente dinamizador de la Economía: “Si no existe la Burguesía-parece haber pensado Moreno- el Estado deberá ocupar su lugar”, adelantándose así más de un siglo a la salida propugnada por los procesos de liberación nacional en el tercer mundo, afectados por esa misma carencia o debilidad. “Se pondrá la máquina del Estado-sostiene,- en un orden de Industrias, lo que facilitará la subsistencia de miles de individuos”. Alrededor de 200000 millones de pesos serán empleados, poniéndolos en el centro mismo del Estado” para desarrollar “fábricas, artes, ingenios y demás establecimientos, como así también en agricultura, navegación etc. “ “Una de las ventajas del empleo dado al dinero, es que no correrá los riesgos de quiebra que correría en manos privadas”, El Estado, con los fondos obtenidos “debe procurar todos los recursos que sea menester, tales como semillas, fabricantes e instrumentos. “La consecuencia de tal política-señala- será producir, en pocos años, un continente laborioso, instruido y virtuoso, sin necesidad de buscar exteriormente nada de lo que necesita para la conservación de sus habitantes”, es decir, el Estado empresario con una economía auto centrada. Los recursos para concretar el Plan surgirá de la apropiación de “cerca de 500 o 600 millones de pesos” pertenecientes a los Mineros del Alto Perú” (Norberto Galasso “Mariano Moreno: el sabiecito del sur” ediciones del Pensamiento nacional). Como se observa, el “Plan de Operaciones” realizado por Moreno y sus aliados, es intervencionista, proteccionista, estatizante, basado en la confiscación de los poderosos para distribuir la riqueza y organizar la integración y el desarrollo de las industrias que garanticen un progreso libre e independiente de todos los habitantes de América, en condiciones de igualdad, una lección que sirve más que nunca en nuestros días. Sin dudas se oponía a los poderosos porteños que solo querían el logro de sus intereses sectoriales en desmedro del interés general, ahogando de ese modo (la apertura de las importaciones y el “libre comercio”), el desarrollo industrial que posibilitara la independencia y la libertad nacional. El plan de operaciones de Moreno es sin duda el modelo de organización política y económica que llevó adelante San Martín durante su gobernación de Mendoza y, aún más, extiende sus raíces, al proceso de industrialización y liberación nacional encabezado por el Dr. Francia y Solano López, que motivaría, unas décadas después, la guerra de la “Triple Alianza” (o más precisamente denominada de la “Triple infamia”), sostenida por Argentina, Brasil y Uruguay, contra la liberación del Paraguay, y en favor de los intereses del Imperio Británico, al que no convenía la industrialización de los guaraníes, porque impediría su división internacional del comercio que nos quería dependientes, abastecedores de materias primas, y compradores de manufacturas producidas por el Imperio, política mezquina de las elites oligárquicas que condenaba al fracaso y la pobreza a nuestra nación.
La búsqueda de un mundo Justo, humano, igualitario, como lo fue la lucha de Moreno, tiene sus costos en vida y dolor de sus héroes y mártires, siempre es más fácil la destrucción y el odio, siempre es más sencillo para los poderosos, los miserables y los sicarios, el egoísmo y la muerte, el asesinato y la injuria, desde el eterno clavado en la cruz, que amaba a todos, desde el Che Guevara y el Padre Mujica asesinados por envilecidos proyectiles, hasta el monumental Mariano Moreno, ruinmente envenenado y arrojado al Mar por la ignominiosa canalla mezquina del Poder ocioso , mueren los grandes héroes en su hora, son exterminados porque son mejores, porque llevan en su espíritu la gloriosa luz de la Justicia, pero renacen siempre sus ideas, cada vez que los hombres insisten, en construir sociedades en las que el imperio, la felicidad suprema sea la inalterable búsqueda, de la felicidad de todos, como lo buscó Mariano Moreno, un prócer clave para recordar aquellas gestas, aquellos momentos, que siguen reclamando en el presente, hombres con su carácter y su compromiso para liberar la Patria, lejos de déspotas y bufones.
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