La importancia del ahorro
Uno de los principales dilemas que tienen las familias argentinas en la actualidad es poder determinar qué hacer con sus ahorros, ante el escenario actual donde en general cualquier opción que escojamos nos da rendimientos negativos (es decir ganancias que no compensan con la evolución de la inflación).
¿Qué significa ahorrar? En el sentido que le daremos en esta nota, ahorrar es: “guardar dinero para necesidades futuras”. El ahorro, en otras palabras, son los recursos que no uso hoy para poder usarlos en el futuro y tener un mayor nivel de consumo. En la primera mitad del siglo pasado había más pobreza e indigencia, y acceder a bienes o servicios en general, como por ejemplo un reloj personal era un verdadero lujo. En ese contexto se educó mucho en la cultura del ahorro. Algunas veces incluso más de una vida, como por ejemplo los padres que labraban la tierra para que sus hijos pudieran ir a las universidades. De allí la famosa frase que representaba el sueño de tantos inmigrantes: “mi hijo el doctor”. En 1915, se fundó la Caja Nacional de Ahorro Postal, era una empresa estatal, que tenía por misión incentivar el hábito de ahorro. Una vez abierta la cuenta, la Caja otorgaba una libreta en la que se iba registrando el ahorro mediante estampillas postales. Estas estampillas se podían adquirir en cualquiera de las sucursales del Correo, en las escuelas e incluso en algunos almacenes adheridos.
“Infancia previsora, vejez tranquila” decía la imagen que se pegaba en la pequeña libreta, desde entonces en el país hubo 70 ministros de Economía y los ahorros de millones de argentinos se esfumaron por efecto de la inflación, y el peso argentino perdió 13 ceros. Pensemos que, si a un peso de aquella época le agregamos 13 ceros, tendríamos $10.000.000.000.000 diez billones o diez millones de millones de pesos, lo que equivale a 5 veces la cantidad de dinero que emitió el Banco Central en 2020 para sostener la economía parada por la pandemia. Esto, fue uno de los tantos ejemplos de porque en nuestro país se fue perdiendo la cultura del ahorro.
Por eso también, parte del cambio cultural que nos debemos los argentinos, es entender mejor la esencia del sistema capitalista que, como todos los sistemas, es susceptible de un mucho mejor y mayor aprovechamiento si uno entiende cómo funciona. Si consideramos que el interés: es el precio que se paga por el uso de un capital durante un tiempo, en una economía estable o con valores constantes, poniendo el capital ahorrado a interés, ya se debería estar ganando. Desafortunadamente esta respuesta ha dejado de ser tan simple, dado que en el mundo en general y en nuestro país en particular, las economías distan cada vez más de ser estables.
Todos sabemos que el dinero tiene un llamado “valor nominal” que es el número o cantidad de moneda expresada en el dibujo de la moneda, y un “valor real” que está determinado por lo que ese billete puede comprar en un momento determinado. Todos también sabemos que el efecto de la inflación es que el valor nominal del dinero cada vez va reflejando un menor valor real.
Dado que la variable tiempo es fundamental en la ecuación del ahorro, y que el tiempo de vida es finito, es de gran importancia que se comprenda este concepto cuanto antes en la vida de cada individuo (cuanto más joven se empiece a ahorrar, mucho más probable es que se alcancen los objetivos deseados). No obstante ello, nunca es tarde para empezar y el mejor momento es precisamente ahora (nunca más volveremos a ser tan jóvenes como ahora).
Existen cinco reglas básicas de cómo debería generar mis ahorros: 1) controlar mis finanzas de manera periódica, 2) tener capacidad de pagar imprevistos, 3) analizar los gastos, y en especial aquellos que son encubiertos, 4) establecer metas financieras y cumplirlas, y 5) tener capacidad financiera para tomar decisiones. Ahora bien, dijimos que uno de los objetivos principales de ahorrar es tener una mayor capacidad de consumo futuro, y acá es donde empieza el problema, ¿cuándo, donde, en qué y cuánto invierto para que el valor real de mis ahorros no sólo no disminuya, sino que crezca? En primer lugar, considero que es central que las personas en general tomen conciencia de la importancia de tener conocimiento sobre finanzas, para que puedan tomar decisiones que les reporten mejor calidad de vida. Acá es importante la función del Estado. Es muy común en los países desarrollados educar a la población sobre las herramientas financieras disponibles, lo que se llama en la jerga “inclusión financiera” (un ejemplo de esto fue la propia Municipalidad de Concordia que en el año 2022 creó un área de inclusión y democratización de las finanzas públicas, siendo en esto la primera experiencia a nivel local en el país).
En los llamados países del primer mundo existe incluso la carrera universitaria de “Planificador Financiero” (financial planner), que son personas que actúan, muchas veces incluso colegiados y con matrícula emitida por el Estado, ayudando a las personas que los consultan a realizar una adecuada planificación financiera para lograr a lo largo de sus vidas las metas económicas que se proponen.
Entonces teniendo conocimientos (básicos) en finanzas, para poder ahorrar e invertir, es necesario hacer una planificación financiera (conociendo en detalle nuestra situación financiera personal). Para ello, conviene desarrollar un criterio básico de planificación financiera, que implica varios pasos esenciales: 1) Identificar la situación financiera actual, lo que incluye comprender todos los ingresos, gastos y deudas existentes, 2) Un presupuesto efectivo donde se asignan los recursos de manera que se cubran las necesidades y se prioricen los objetivos financieros, 3) La definición de metas claras y realistas, y 4) Revisar periódicamente la planificación financiera y ajustarla a los cambios de contexto.
Hoy en día las mayorías de las inversiones tradicionales que hacen las familias en nuestro país (constitución de plazos fijos, atesoramiento de dólares, negocios inmobiliarios -alquileres-, fondos comunes de inversión, etc), tienen rendimientos negativos.
¿Entonces qué hacemos?
Recordemos que en materia de inversiones siempre hay que tener en cuenta tres aspectos que son centrales: el plazo, el rendimiento y el riesgo (se considera generalmente que se pueden lograr 2 de los 3 aspectos, cada inversor elegirá los dos aspectos que priorizará). Hace tan sólo algunos años, las formas de ahorro tradicionales eran: plazo fijo, dólares (debajo del colchón) y ladrillos, ya que otros instrumentos de inversión más sofisticados eran de imposible o muy difícil acceso para el gran público, y estaban reservado sólo para unos pocos grandes inversores. Hoy solamente en el mercado de capitales en Argentina, operan entre 8 y 10 millones de personas, de las cuales el 99% corresponde a personas físicas.
Con el avance de la tecnología se ha generado una mayor y mejor accesibilidad a la información financiera, ya que hasta con un simple celular (o incluso a través del llamado “home banking”), se tiene acceso a posibilidades de inversión que masivamente antes no se tenía, como por ejemplo los instrumentos del mercado de capitales (tanto de renta fija: plazo fijo, bonos, obligaciones negociables, cauciones, etc.; como de renta variable: acciones, CEDEARs y fondos comunes de inversión, etc.), criptomonedas y otros activos digitales, plataformas de crowd-founding, etc.
Incluso existen oportunidades de inversión en el exterior, adquiriendo divisas extranjeras en el mercado de capitales, que permiten que nuestros ahorros (o una parte de ellos) tengan asiento en países con historial de mayor estabilidad financiera, y que tienen un régimen tributario diferenciado para este tipo de activos.
En fin, son muchas las opciones de inversión (dependiendo del perfil de cada inversor) para proteger nuestros ahorros, y si bien en nuestro país es un gran desafío, no es imposible obtener buenos resultados.
En resumen, considero que tomar conciencia de la importancia del ahorro (empezando lo antes posible), de realizar una adecuada planificación financiera (que incluya una adecuada diversificación), y la consulta con un asesor financiero, son aspectos clave para una inversión responsable.
Y si bien, podría verse contradictorio con la finalidad que mencionamos anteriormente de hacer crecer los ahorros (para tener mayor capacidad de consumo en el futuro); a mi entender para este año sería prudente reducir los riesgos, y tomar como criterio para una buena planificación financiera, que tenga como objetivo mantener el poder adquisitivo de nuestros ahorros. Aunque esto signifique resignar el buscar mayores rendimientos que la inflación, ya que esto implicaría realizar inversiones en activos de mayores riesgos.
Para cerrar les dejo una anécdota: La “historia de Stefan Thomas”: finalmente ¿habrá recordado su contraseña? A Stefan le pasó lo mismo que suele sucedernos a muchos de nosotros, se olvidó de la contraseña de su billetera digital, en la que tiene 7.002 Bitcoin. Lo cual equivale hoy a unos 490 millones de dólares. En el caso de que no se acceda con la clave correcta, los depósitos se encriptan a perpetuidad, y ese ahorro digital se pierde para siempre. La estructura IronKey, a la que está adherido y donde tiene su depósito, le asigna 10 chances para acertar su contraseña correcta. Hasta ahora, Stefan utilizó 8 y en ningún caso acertó. Si llegase a fallar las últimas dos que le quedan, perdería para siempre los 490 millones de dólares.
A partir de lo comentado, ¿tú, ya has tomado las medidas necesarias para proteger tus ahorros?
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