Otro Día del Niño sin igualdad de oportunidades
Los niños y niñas estereotipados en las publicidades son muy pocos en relación con el conjunto de quienes se encuentran en esta etapa de la vida. Como si se hubiera escondido a buena parte de ellos. El Día del Niño es una celebración que nos invita a reflexionar sobre el bienestar y los derechos de los más pequeños, de todos ellos. Es una oportunidad para renovar nuestro compromiso con su felicidad, educación, salud y cuidado.
Lamentablemente, aún existen muchas inequidades que impiden que todos disfruten de una infancia plena y segura. ¿Es posible soñar con un futuro mejor para todos los niños? Algunos de los problemas más urgentes ensombrecen el horizonte: el abandono escolar, la desnutrición y la captación por el crimen organizado.
Todas las personas, particularmente cada niño, merecen la oportunidad de desarrollarse en un entorno seguro que les permita alcanzar su máximo potencial.
La educación es fundamental para el desarrollo integral. Un sistema educativo inclusivo y de calidad no solo proporciona conocimientos académicos, sino que también fomenta valores, habilidades sociales y emocionales. En la escuela se alcanza una serie de vinculaciones que ayudan a la integración social. Un niño educado es más capaz de romper el ciclo de la pobreza, contribuir positivamente a su comunidad y construir un futuro prometedor.
Uno de los desafíos más graves es el abandono escolar; muchos no terminan la escuela primaria en tiempo y forma: el 9,1% de los niños, niñas y adolescentes (NNyA) de 6 a 12 años asiste con sobreedad. A su vez, el 35,3% de los jóvenes de 18 a 29 años no terminó la secundaria. Las razones son diversas: pobreza, necesidad de trabajar para contribuir al sustento familiar, discriminación y barreras de género, falta de motivaciones, entre otras. Esta situación tiene consecuencias devastadoras a largo plazo. Sabemos que los que no completan su educación tienen menos oportunidades de empleo y están más expuestos a situaciones de vulnerabilidad, como el trabajo infantil y la explotación. Es crucial implementar políticas y programas que aborden las causas subyacentes del abandono escolar y proporcionen apoyo a los niños y sus familias para que puedan continuar su educación.
La desnutrición es otro problema alarmante. En Argentina la inseguridad alimentaria total para áreas urbanas, alcanza al 20,8% de los hogares y al 32,2% de los niños, niñas y adolescentes. En un país productor de alimentos es un escándalo y una muestra de falta de planificación y decisión.
La desnutrición no solo afecta el crecimiento físico de los niños, sino que también tiene un impacto negativo en su desarrollo cognitivo y su capacidad de aprendizaje. Los niños desnutridos son más propensos a enfermarse y tienen mayores tasas de mortalidad. A la vez, el crimen organizado es una amenaza constante. La falta de oportunidades, la pobreza y la desesperanza hacen vulnerables a los más pequeños a ser captados por grupos delictivos para llevar a cabo actividades ilegales, como el tráfico de drogas. Esta situación no solo pone en peligro la vida de los jóvenes, sino que también destruye su futuro y perpetúa el ciclo de violencia y pobreza. Es esencial desarrollar estrategias integrales que incluyan educación, empleo y programas de prevención. Las tres C: Capilla, Colegio y Club, son una propuesta de vida. Debemos alejarlos de las tres C destructivas: Calle, Cárcel y Cementerio. El Día del Niño, de las infancias, o como quieran llamarlo, es una oportunidad para renovar nuestro compromiso con los derechos y el bienestar de los niños. Todos, desde gobiernos y organizaciones hasta ciudadanos en particular, tenemos un papel que desempeñar en la creación de un entorno seguro y prometedor para ellos. Invertir en educación, nutrición y protección es pensar en el futuro de nuestras sociedades. No hacerlo tendrá consecuencias dramáticas.
Igualdad de oportunidades suena bien, pero lejos está de ser una realidad. Como nos advierte el profeta Oseas, “quien siembra vientos, cosecha tempestades”
El viernes pasado, en la Universidad de Avellaneda se dieron cita expertos y referentes de varios credos religiosos para reflexionar y compartir pareceres sobre proyectos de ley que están proponiendo bajar la edad de imputabilidad de los menores que delinquen. Lo escribo y me duele. Algunas de las expresiones de los panelistas invitados me resonaron fuerte en el corazón, como empujando las razones para cuidar cada día más a nuestros chicos y chicas:
“¿De quién es la verdadera responsabilidad de que nuestros pibes sean soldaditos? Acá tiene que empezar el debate, en los adultos”.
“No me cabe la menor duda de cuál sería el lugar que ocuparía Jesús en este tema: se pondría en el lugar del niño. Es momento de hablar con valentía y verdad: Jesús nos da la ejemplaridad, los últimos serán los primeros.”
“En este día del nacimiento de San Juan Bosco, que tanto hizo por niños y jóvenes, necesitamos pensar qué estamos haciendo con los chicos.”
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