¿Por qué para los expertos sería un error ser amigo de tus hijos?
Te explicamos por qué no es buena idea tratar a tus hijos de igual a igual. “Mi hija y yo somos las mejores amigas”, “salimos juntos por ahí”, “soy uno más entre sus amigos”...
Es relativamente frecuente escuchar frases como esta. Pero ¿qué sucede desde el punto de vista emocional y educativo cuando el padre adopta otra posición en su relación con los hijos?
¿Qué sucede cuando los padres son amigos de sus hijos?
La especialista del Colegio Oficial de Psicología de Galicia lo tiene claro: “No hay ventajas, solo una falsa confianza” cuando los padres deciden ser amigos de sus hijos.
Así lo han expresado numerosos autores que han subryado los problemas educativos que pueden surgir cuando el padre toma otra función que no le corresponde. “No olvidemos que, como decía el psicólogo canadiense Albert Bandura, en su teoría del aprendizaje, la mayor parte de nuestros comportamientos son fruto de la observación, la instrucción directa y el reforzamiento”, destaca Manuela del Palacio García.
Por ello, los padres deben estar a otro nivel y no colocarse en el mismo plano que sus hijos. “Los padres somos un referente en conductas y hábitos. En la familia no hay lecciones orales o escritas, hay ejemplos a seguir”, añade.
En la amistad, la relación es entre iguales, por tanto no se da siempre ese ámbito de ejemplaridad ni de marcar límites. En la paternidad es imprescindible que se haga así. Pensemos, por ejemplo, en la situación en que un adolescente llegue bebido a casa. ¿Cómo reaccionaría el amigo? ¿Cómo debería reaccionar el padre?
“El principal riesgo que corremos cuando un padre se convierte en amigo es que deje de ejercer como padre, como adulto maduro que explica los límites y las normas, tan necesarios para formar la personalidad desde la infancia”, recalca la psicóloga.
Cercanía y confianza entre padres e hijos
Pero que padres e hijos no deban ser amigos no significa en absoluto que la relación no pueda ser muy cercana y gozar de gran confianza. Es más, los hijos pueden apoyarse en sus progenitores en muchos aspectos, incluso contándoles “todo aquello que necesiten y que les genere un equilibrio emocional”.
Tal como explica la psicóloga, “a los hijos, ante todo, hay que transmitirles confianza, seguridad y afecto” para forjar esa buena relación que será tan importante en su desarrollo personal.
“Una de las medidas imprescincibles para que se produzca una buena dinámica entre padres e hijos es saberse escuchar desde el respeto. Crear un tiempo de ocio compartido ayudará a limar asperezas y a vivir experiencias positivas que refuercen las relaciones familiares”, aconseja Manuela del Palacio García.
Así, es radicalmente distinto que los padres se ‘unan’ a la pandilla de sus hijos en sus salidas a que desde la familia se establezcan otras vías para disfrutar juntos de un tiempo de ocio compartido, que es muy necesario para acercarse mutuamente y para forjar una relación de confianza entre ambos.