26 de junio de 1891. A 133 años de la fundación de la UCR
La UCR de Entre Ríos instó a trabajar para evitar que la identidad radical se diluya y apuntó a volver a representar a las mayorías.
Leandro N. Alem nos legó como bandera la causa de los desposeídos y, a 133 años de la fundación del partido político más antiguo de la Argentina, impera la necesidad de reconstruir aquella vocación y volver a representar a los sectores más vulnerables de la sociedad.
Nuestro partido tiene militantes en cada rincón del país, presencia en cada pueblo y ciudad de la Argentina y, a pesar del paso de los años, supo mantener vigente y plena su institucionalidad y democracia interna, a diferencia de otras fuerzas políticas en las que manda el amiguismo y
definen sus autoridades arbitrariamente entre cuatro o cinco capataces.
Si bien algunos radicales padecen una suerte de estrabismo y plantean que la UCR debe modernizar sus paradigmas, estamos convencidos de que el objetivo es afianzar nuestros principios históricos, encenderlos, volver a darles vida y unir a todos aquellos que seguimos creyendo en la inclaudicable defensa de una república con instituciones fuertes, con partidos sólidos y con un Estado presente que defienda los intereses de los argentinos.
Somos un partido centenario y no debemos titubear a la hora de plantarnos contra los avasallamientos que propone un Gobierno nacional improvisado y que muchas veces ejerce un nivel de violencia que está en las antípodas de lo que nos ha sostenido como partido.
Estamos convencidos de que la identidad radical debe estar dada por una visión de Estado que apunte a las mayorías que hoy están siendo extremadamente perjudicadas y vamos a trabajar con todas nuestras fuerzas para que nuestra doctrina no se siga diluyendo y podamos avanzar
en la construcción de un radicalismo popular que vuelva a representar a quienes en los últimos años se sintieron atraídos por cantos de sirenas erráticos y personajes que están privilegiando a la casta que dicen que vinieron a destruir.
Recordamos algunas de las palabras que el Padre de la Democracia, Raúl Alfonsín, brindó en uno de sus célebres e históricos discursos: “Somos la Unión Cívica Radical, la que alguna vez dijo Leandro Alem que era la causa de los desposeídos. La que Hipólito Yrigoyen indicaba que debía luchar por la causa contra el régimen falaz y descreído. Somos la Unión Cívica Radical que salió a defender las libertades públicas en la Argentina. La de Arturo Illia, que trajo austeridad a la administración pública y terminó con la proscripción, la que en 1983 encabezó la consolidación de la democracia, la que envió a la Justicia a los militares que habían violado los derechos humanos, la que reconstruyó el sistema educacional argentino, restableció la Reforma Universitaria y la que recuperó el prestigio internacional de la Nación.
“Somos la Unión Cívica Radical, que cuando creyó en peligro la posibilidad de consolidar para los tiempos la democracia, renunció a seis meses de finalizar el gobierno para lograrlo con certeza, siempre haciéndonos cargo de la Nación, siempre poniendo por delante la responsabilidad que tenemos con la Nación”.
Nuestro pasado nos enorgullece y nos inspira a volver a motorizar los valores que han guiado nuestra historia.
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