Atilio Benedetti: Entre la solidaridad formal y su distanciamiento histórico del radicalismo militante
La reciente visita del diputado nacional Atilio Benedetti a Concordia, para solidarizarse con el intendente Francisco Azcué ante su impugnación como candidato a presidir la UCR de Entre Ríos, fue tan previsible como insuficiente. Benedetti, oriundo de Larroque y fuerte productor agropecuario en la zona de Gualeguaychú, reapareció para ofrecer explicaciones formales y cuestionar al Tribunal Electoral del partido. Pero su gesto, por más correcto que parezca, no alcanza para borrar años de distancia con la militancia territorial de su propio espacio.
No es un secreto para los radicales de Concordia –ni para buena parte de la dirigencia provincial– que Benedetti ha preferido siempre el rol de empresario al de activista comprometido. Nunca se lo vio caminar por los barrios en campaña, ni mostrar el esfuerzo sostenido que exigen las bases.
En cada elección se han multiplicado las dificultades para que pasara siquiera un par de días acompañando las recorridas o poniendo el cuerpo en los lugares más críticos. Esa actitud, más cercana a la del político de escritorio que a la del militante convencido, es una constante en toda la provincia.
Con una extensa trayectoria cargada de cargos legislativos y protagonismo nacional, muchos creen que su peso en la política se explica más por su poder económico que por su capacidad de construir desde el partido. Basta recordar que en 2015 fue el principal responsable de entregar la estructura radical al PRO sin condiciones, dejando pasar la oportunidad histórica de posicionar dirigentes jóvenes de la UCR en la alianza que llevó a Mauricio Macri a la presidencia. No hubo exigencias, ni reclamos: la subordinación fue total. Y las consecuencias, visibles hasta hoy.
Ahora, en medio de una interna que busca renovarse, el “Gringo” Azcué representa una figura nueva, legitimada en las urnas y con un consenso inédito dentro del radicalismo entrerriano. Sin embargo, un tecnicismo menor y una interpretación rígida del reglamento partidario lo dejaron fuera de carrera, en un movimiento que huele más a mezquindad interna que a respeto institucional.
Benedetti cuestionó el fallo del tribunal y reivindica la trayectoria radical de Azcué, pero lo hace desde un lugar cómodo, sin asumir su parte de responsabilidad en la falta de renovación real del partido centenario. Su solidaridad es válida, pero llega tarde y sin la fuerza de quien ha demostrado, durante años, priorizar su perfil empresarial por sobre el compromiso activo con el futuro de la UCR.
(I:Roca)
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