La Unión Cívica Radical decidió aplicar un castigo al intendente de Concordia, Francisco Azcué, la sanción —un simple apercibimiento— se fundamenta en una supuesta falta de antigüedad como afiliado al momento de postularse para presidir el partido.

Aunque Azcué se afilió siendo joven y su trayectoria dentro del radicalismo es conocida, el Tribunal de Disciplina consideró que el tiempo en el que dejó transitoriamente el partido para ejercer como fiscal lo inhabilita. Para completar el expediente, también le reclaman aportes atrasados.

La medida, plasmada en la resolución 6/2025, fue impulsada por el dirigente Alejandro Carbó, quien logró el aval judicial para dejar fuera de carrera al intendente. Así, Alicia Oviedo, intendenta de Federal, asumirá la conducción del partido en mayo, producto del corrimiento de la lista.

Lo curioso es que esta sanción —la más leve posible— se transforma, en los hechos, en una advertencia clara: dentro del radicalismo, triunfar fuera del molde puede costar caro. Aunque el partido se renueve discursivamente, sus estructuras parecen seguir aferradas a normas que se doblan y se rompen con cada elección, dependiendo de quién sea el infractor.

Azcué, que volvió a afiliarse tras su paso por el Poder Judicial, no parece encontrar comprensión en un partido que en público reclama juventud y en privado la reprende si no se ajusta al viejo libreto. En Concordia, la Capital del peronismo, ganar puede salir más caro que perder. Y Azcué acaba de pagar el precio.