Más unidad y amplitud es la demanda de la hora
El Frente de Todos se encuentra frente a un desafío histórico. Fue llevado hasta este punto por la fuerza de los acontecimientos externos y la dinámica interna propia. La tarea es institucionalizarse y así generar un espacio que permita la unidad en la diversidad y multiplicar las alternativas de cara a la sociedad para contener las demandas populares.
El ejemplo a tener en cuenta es el Frente Amplio uruguayo, donde una multiplicidad de expresiones confluye en una identidad superadora, dejando de lado aspectos secundarios de sus propios programas y poniendo el interés de las mayorías por encima de las particularidades de cada uno.
En la base de este programa está el presagio que lanzó Néstor Kirchner sobre cómo se partirían las aguas de la política nacional en el tercer milenio.
Tras la crisis de representatividad de principios de siglo, que arrastró las identidades partidarias que marcaron el siglo XX de la Argentina, vaticinó que finalmente la multiplicidad de expresiones terminarían convergiendo en dos grandes frentes: uno de centro izquierda progresista y otro de centro derecha conservador.
Hacia ese perfilamiento marchan, con avances y retrocesos, el Frente de Todos y el Frente Juntos por el Cambio. Nosotros debemos encarnar la defensa de los sectores vulnerables y excluidos de la sociedad, a las pymes y a quienes viven de su trabajo. Para eso se necesita ser gobierno y poner el Estado al servicio de las mayorías. Porque como bien definiera Lula: �SLos ricos no necesitan del Estado porque ya tienen todo. Las políticas públicas tienen que ser hechas para el pueblo⬝.
La articulación de esta gran identidad frentista debe pivotear sobre ejes programáticos centrales del pensamiento popular, colocando al Estado en su rol de garante de derechos interviniendo en la economía para generar un empate social que posibilite al conjunto un mínimo de posibilidades para el progreso humano; la economía puesta en función del desarrollo de la comunidad y las personas; el trabajo como ordenador social; la democracia como forma de vida y herramienta para canalizar los intereses sectoriales y la participación como norma para forjar los destinos de la ciudad, la provincia y la República.
En aras de este desafío, es tiempo de que las distintas fracciones que conforman el Frente de Todos definan, primero, si este es el espacio donde se proponen construir. Superada esta instancia, hay que dejar de lado la definición de escritorio y permitir que sea el pueblo, a través de las primarias abiertas, quien elija qué hombres y mujeres encarnan mejor el proyecto popular.
El programa de Gobierno a ejecutar, construido sobre esta base política y programática, tiene que estar formulado de cara a la sociedad, reconociendo las limitaciones que haya que reconocer y explicando las dificultades que haya que explicar. La relación entre quienes gobiernan y el pueblo debe estar forjada con sinceridad.
No son las recetas mágicas ni el simplismo las fórmulas que permitirán reconstruir el vínculo con la sociedad. Desde hace más de una década el proceso de crecimiento sustentado en el mercado interno (que dinamiza sectores industriales y genera trabajo para nuestra gente) está siendo horadado por la inflación que afecta el poder de compra de los sectores con ingresos fijos. Hay que decirle al pueblo que la suba de precios responde a varios factores y que no todos son resortes que dependen del Estado; que la inflación no depende sólo de la emisión monetaria porque durante el macrismo hubo contracción del dinero circulante y los precios igual se dispararon.
Y que el valor del salario de bolsillo se mantiene de manera indirecta a través de la redistribución de recursos que hace el Estado a través de los subsidios a las tarifas de servicios públicos. Pero por sobre todo no debemos evitar poner sobre la mesa el peso que significa el endeudamiento extremo con privados y con el FMI en la capacidad de acción de la Administración Nacional. Este es el rumbo para recuperar en 2023 la confianza que los argentinos y argentinas depositaron en el Frente de Todos con esperanza e ilusión hace dos años.