El papa Francisco denunció la exclusión social y llamó a la protección de los trabajadores migrantes
El sumo pontífice afirmó que el país tiene “un papel específico que desempeñar en el orden internacional, que se halla amenazado por conflictos y guerras sangrientas”.
El papa Francisco denunció desde Singapur, última etapa de su viaje por Asia y Oceanía, “la exclusión de aquellos que se encuentran al margen de los beneficios del progreso” y pidió la “tutela de los trabajadores migrantes”, durante su discurso a las autoridades del país.
Francisco llegó este miércoles a Singapur procedente de Timor Oriental y descansó el resto de la jornada y su primer acto de este jueves fueron las protocolarias reuniones con el presidente, Tharman Shanmugaratnam, y el primer ministro, Lawrence Wong, en la Casa del Parlamento, y después se trasladó a la Universidad Nacional para su discurso a las autoridades.
En esta Ciudad-Estado, “confluencia comercial de gran importancia y lugar de encuentro entre distintos pueblos”, como lo definió Francisco, elogió “la perspicacia del espíritu empresarial, que aquí han encontrado un terreno fértil para desarrollarse”, pero también que “se haya esforzado por construir una sociedad en la que la justicia social y el bien común se tengan en gran estima”.
Y citó como ejemplos “la dedicación para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos mediante políticas de vivienda pública, con una educación de alta calidad y un sistema sanitario eficiente”.
Pero también en el cuarto país más rico del mundo, en relación con el poder adquisitivo de sus habitantes, denunció “la consecuencia involuntaria de legitimar la exclusión de aquellos que se encuentran al margen de los beneficios del progreso”.
Y al respecto deseó “que se preste una particular atención a los pobres, a los ancianos” y “a la tutela de la dignidad de los trabajadores migrantes, que tanto contribuyen a la construcción de la sociedad, y a quienes hay que garantizarles un salario justo”.
Asociaciones denuncian que en Singapur los trabajadores inmigrantes con salarios bajos están segregados y excluidos del resto de la sociedad singapurense, donde no pueden acceder a determinados espacios públicos.
Los trabajadores migrantes, excepto los nacionalidades china y malasia que tienen mayores beneficios, denominados con el anglicismo “expats”, en general no tienen acceso a solicitar la residencia permanente. Se calcula que unos 280.000 obreros extranjeros han trabajado en la construcción de esta ciudad de 5,6 millones de habitantes, transformada en los sólo 30 años que siguieron a su independencia (1965).
En uno de los países que más invierte tecnología, Francisco llamó a “no olvidar que es esencial cultivar relaciones humanas reales y concretas; y que estas tecnologías pueden aprovecharse precisamente para acercarnos unos a otros, propiciando la comprensión y la solidaridad, y no para aislarnos de manera peligrosa en una realidad ficticia e intangible”.
Por otra parte, en un país que se considera uno de los más multireligiosos y tolerantes, llamó a que” aporte su propia contribución al bien común y evitando que el extremismo y la intolerancia cobren fuerza y pongan en peligro la paz social”.
Francisco indicó a las autoridades de Singapur, que tiene excelente relación con China, que el país tiene “un papel específico que desempeñar en el orden internacional, que se halla amenazado por conflictos y guerras sangrientas”.
“Me alegra que con gran mérito haya promovido el multilateralismo y un sistema basado en normas comunes para todos. Los animo a continuar trabajando por la unidad y la fraternidad del género humano, en beneficio del bien común de todos los pueblos y de todas las naciones, con un espíritu que no sea excluyente ni se centre únicamente en los intereses nacionales”, agregó.
Asimismo, también instó a destinar recursos “que pueden guiar la innovación para cuidar de nuestra casa común” ante esta “época de crisis ambiental.
“Su compromiso por un desarrollo sostenible y por la preservación de la creación es un ejemplo a seguir, y su búsqueda de soluciones innovadoras para afrontar los desafíos ambientales puede animar a otros países a hacer lo mismo”, animó.
En su discurso, en el que no hizo referencia a la pena de muerte que ese aplica en el país y que la Iglesia condena firmemente, el papa concluyó su discurso elogiando que ”Singapur es un brillante ejemplo de lo que la humanidad puede realizar trabajando junta en armonía, con sentido de responsabilidad y con un espíritu incluyente y fraterno”.
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