EE.UU. alcanza los 100.000 muertos por sobredosis en un año, dos tercios por fentanilo
Con la pandemia, las sobredosis por consumo de drogas aumentaron un 28,5 por ciento respecto al año anterior
La epidemia de sobredosis por consumo de droga arrasa EE.UU. desde hace años, pero la pandemia de Covid-19 solo ha empeorado las cosas. El virus, además de provocar cientos de miles de fallecimientos, impulsó el abuso de droga, en especial, de opiáceos sintéticos hasta sobrepasar un umbral trágico: en un año, entre abril de 2020 y abril de 2021, las muertes por sobredosis pasaron de cien mil en la primera potencia mundial.
Fueron, en total, 100.306 fallecimientos, según el recuento provisional que este miércoles publicaron los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, en sus siglas en inglés).
El motor de esta incidencia son los opiáceos y, en especial, el fentanilo, una droga sintética de bajo coste y gran potencia, mucho más fuerte que la heroína.
De las más de 75.000 muertes por abuso de opiáceos en ese periodo, algo más de 64.000 se debieron al fentanilo, el gran motor de esta epidemia.
La sustancia ha tomado las calles de todo el país y de todo tipo: barrios marginales en ciudades, zonas rurales, regiones industriales deterioradas, suburbios⬦
El detonante de la epidemia tuvo origen legal: la receta indiscriminada de la versión farmacéutica de opiáceos, con medicamentos como OxyContin. En 2012, se recetaron 255 millones de pastillas de opiáceos, en un país de unos 320 millones de personas.
En un principio, muchos de los que acabaron enganchados al fentanilo se pasaron a la heroína cuando ya no podían obtener más recetas o su consumo era demasiado abundante.
Ante el avance de la pandemia, las prescripciones han caído en los últimos años, pero los carteles de narcotráfico han disparado la producción de opiáceos sintéticos -muchas veces se mezclan en la calle con heroína, cocaína o metanfetaminas- y han llenado las calles del país de una droga barata y destructiva.
En un país desigual, con un sistema de salud pública frágiles o inexistentes, sin estructuras fuertes para el tratamiento de problemas de salud mental o estrategias contra el abuso de drogas y con un colchón familiar y social muy débil en muchas capas de la sociedad, la epidemia se disparó.
Ese fenómeno estaba en plena marcha cuando la pandemia impactó EE.UU. en la primavera pasada.
Las restricciones, los confinamientos, la asfixia en los hospitales y en los servicios sociales fueron como echar gasolina al fuego: las sobredosis aumentaron un 28,5% respecto al año anterior.
«En una crisis de esta magnitud --dijo en referencia a la pandemia Nora Volkow, directora del Instituto Nacional de Abuso de Drogas, a la CNN-- los que ya están tomando droga lo hacen en cantidades mayores y los que la han dejado es más fácil que se vuelvan a enganchar».
El presidente de EE.UU., Joe Biden, salió al paso del nuevo dato y lo calificó de «hito trágico» y aseguró que su Gobierno «está comprometido en hacer todo lo que esté en nuestro poder para combatir la adicción y acabar con la epidemia de sobredosis».
Biden detalló que el plan de rescate para la pandemia aprobado a comienzos de año incluye cerca de 4.000 millones de dólares para fortalecer los servicios para tratar el abuso de drogas y mejorar la atención de salud mental.
ABC