El Padre Pablo Méndez, de Estancia Grande, en una conversación con EL HERALDO, dedicó unas emotivas palabras para recordar y honrar la vida de Norma.

“Norma era una mujer que conocía la vida del sacerdote y se preocupaba por el sacerdote. Muchas veces llegaba a mi casa con un platito trayendo la comida para que pueda almorzar. Muchas veces golpeaba la mano para saber cómo estaba. Otras tantas venían hasta casa a golpear la mano acompañada de su perro y una varillita en la mano atravesando el campo para preguntarme, padre, ¿será que puedo ir a rezar el rosario en tal o cual casa que está necesitando? Qué alegría tener esos cristianos así, ¿no? Cristianos preocupados por la vida sacerdotal, cristianos preocupados por la vida de sus hermanos, para que todos sus hermanos conozcan al Señor, conozcan a ese buen Dios que nos ama inmensamente. Norma tenía ese don precioso de la alegría. ¿Cuántas misas celebradas juntas? ¿Cuántas misas en su casa celebramos? ¿Cuántas veces ella venía para celebrar? Recuerdo las misas en la parroquia acá en la capilla San José Obrero o ahí en la Gruta de Lourdes. Tantas, tantas cosas lindas vivido con Norma. Así que bueno, regalamos a Norma, nuestra hermana, al descanso eterno de Dios en el corazón del Señor”.

Norma Morier de Berthet no solo fue una devota participante en la vida religiosa de su comunidad, sino también una presencia constante y cariñosa para quienes la rodeaban. Su dedicación a la fe y a sus hermanos en Cristo se reflejaba en cada una de sus acciones, desde sus visitas con alimentos al sacerdote hasta su voluntad de rezar el rosario en las casas que más lo necesitaban.

Su partida deja un vacío difícil de llenar, pero su ejemplo de bondad y devoción permanecerá en la memoria de todos los que la conocieron. La comunidad de Estancia Grande la despide con dolor, pero también con gratitud por haber tenido la oportunidad de compartir su vida con una persona tan especial.