El gorrión de París y su vida tumultuosa
La vida de Edith Piaf, el gorrión de París fue trágica desde su nacimiento, padeciendo un desamor por partes de sus padres y viviendo en la pobreza. Su vida afectiva fue tan conflictiva, audaz y desgraciada, contrastando con el amor que le brindaron sus fans en todo el mundo. Tuvo romances famosos con Marlon Brando, Yves Montand, Theo Sarapo, Georges Moustaki y Charles Aznavour.
En una gira triunfal por Nueva York en el año 1948, vive un amor intenso con un boxeador argelino naturalizado francés, Marcel Cerdán. Este campeón mundial de peso mediano, murió fatalmente en un accidente aéreo el 28 de octubre de 1949, cuando viajaba a París a su encuentro. La tragedia, digna de los poetas griegos, dejó a Edith en un estado de depresión que para escaparse de la tristeza hizo de la morfina su adicción. Cantó en memoria la legendaria canción “El himno del amor”, originando una película Édith et Marcel.
En 1951 el célebre Charles Aznavour realiza varias actividades para Edith: fue su secretario, asistente, chófer y confidente. Viven un romance corto, pero le sirve al armenio para ser un cantante de vuelo internacional.
Se casa con un conocido cantante francés, Jacques Pills en julio de 1952, divorciándose en 1956. Su salud empeoraba a causa de sus adicciones e inicia un programa de desintoxicación.
Los éxitos en el género del Music-Hall, le dan brillo internacional, triunfando en el mítico Carnegie Hall. Las conquistas artísticas se suceden a las masculinas. Tiene un idilio con Georges Moustaki, del cual es mentora de su carrera musical.
En 1958 sufre un accidente automovilístico, que hace estragos en su frágil salud, y poco sirven sus tratamientos para apartarse de la morfina, de la cual se hace inseparable.
Con 46 años de edad en 1962 y con su cuerpo debilitado, preludiando su muerte se casa con un cantante de 26 años, Theo Sarapo. Edith expresa que le parece que Theo era un hijo que cuidaba a su vieja madre enferma. Cantan juntos piezas como: ¿De qué sirve el amor? (À quoiçasert l’amour).
Mucho se habló del último amor de la parisina, se decía que su marido era un caza fortunas, que solo quería quedarse con la riqueza que había acumulado en sus prósperos años de difusora de una parte de la cultura francesa. Pero cuando ella muere en 1963 lo único que deja son deudas que apagan la maledicencia de los críticos. Su patrimonio había sido estragado por la enfermedad, sus adicciones, los amigos y amantes de la fama.
Su vida fue igual que sus romances, desbastados por el infortunio, por gente que solo quiso aprovecharse de su fama, y cuando creyó conocer el amor verdadero, como lo fue el de Cerdán, la convirtieron en una deambulante en la vida que añoraba la muerte.
El filme “Rescatando al Soldado Ryan”, muestra a un grupo de soldados americanos en la recuperación de Francia, tiene una escena inolvidable. En medio del caos reinante, en donde todo es destrucción, desolación, miseria, se erige en el aire, desde una radio, la voz bella de Piaf, dándole a la gravedad de la situación, un toque de esperanza ante tanto olor a muerte.
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