El impacto de las nuevas tecnologías en niños de hasta 12 años
¡Cuánto más tarde los niños utilicen la tecnología, muchísimo mejor! Es bien sabido que el modo de crianza que los padres desplieguen sobre sus hijos dejará huellas en el desarrollo infantil y en el psiquismo del adulto que devendrá. Pero ¿qué pasa con estos niños que algunos autores denominan “nativos digitales”, nacidos en un ecosistema digital en constante cambio?
En este sentido, la edad a la cual los pequeños interactúan regularmente con los medios digitales ha disminuido de cuatro años en 1970 a cuatro meses en la actualidad.
En los últimos años se incrementó la variedad de dispositivos, de contenidos y del tiempo de niños (incluso bebés) y adolescentes frente a las pantallas; tiempos extensos causantes de generar consecuencias negativas para la salud física y mental.
Resulta urgente que se tomen medidas de salud pública frente al excesivo uso de pantallas por parte de los infantes debido a los graves efectos adversos en su salud y calidad de vida a largo plazo.
Ya en el 2006 el pediatra alemán Peter Winterstein realizó un estudio con niños de 5 y 6 años en el cual analizó, comparó y extrajo conclusiones acerca del tipo de figura humana que realizaban los niños según la cantidad de horas de consumo televisivo. El resultado fue muy elocuente.
Los niños que consumían menos de una hora de televisión (franja superior del dibujo) estaban realizados con más detalle, expresividad y relieve.
Los de los niños que veían más de tres horas al día (franja inferior en la imagen) eran apenas unos trazos pobres y simples, sin detalles, burdamente dibujados, más inmaduros.
No hay que relacionar sólo la calidad del dibujo con la inteligencia o la salud del niño, ya que puede haber niños/as que simplemente no disfruten dibujar. Sin embargo, el Doctor Winterstein logró evidenciar que el tiempo frente a la pantalla impacta negativamente en muchas áreas de su desarrollo. No solo afecta negativamente al tono físico generando sobrepeso, obesidad y problemas visuales. El efecto por el cual debemos estar más preocupados según el Dr Winterstein, es el efecto altamente perjudicial en el desarrollo cerebral, emocional y de otras habilidades.
El uso de las TIC (Tecnologías de Información y Comunicación) continúa incrementándose a un ritmo vertiginoso a pesar de los inmensos hallazgos neurocientíficos que relacionan el uso de éstas con multitud de trastornos:
Entorpecimiento del neurodesarrollo.- Escasa capacidad de autorregularse y de adquirir hábitos y disciplinas indispensables para la vida.
- Retraso en la adquisición del lenguaje y la capacidad de socializar.
- Ausencia de comunicación y de registro del entorno.
- Ansiedad.
- Impulsividad.
- Problemas de atención, memoria y distracción.
- Dificultades para tolerar la frustración.
- Problemas de comportamiento.
- Desinterés por la interacción social.
- Trastornos del sueño.
- Reducción del rendimiento académico.
- Obesidad.
- Daños en la vista.
Pero el efecto negativo en el desarrollo del niño no es únicamente producto del impacto de las TIC, sino también pueden ser el resultado de una participación más limitada de los padres en actividades de juego y aprendizaje (Rocha et al., 2021)
La presencia de los padres o cuidadores no puede ser reemplazada por ningún tipo de tecnología. El niño necesita para el desarrollo cerebral de alguien que lo mire, le hable, lo abrace, le proponga juegos y movimientos libres, le presente espacios ricos para que desarrolle su creatividad e imaginación con colores y texturas, olores y sabores distintos.
Las pantallas no pueden ofrecerles olores, experiencias para el tacto, escuchar la voz de sus padres, estímulos frente a un gesto o una sonrisa, escenarios en tres dimensiones con profundidad de campo, ni respuestas que signifiquen procesamiento cerebral.
Según el médico psiquiatra Lucas Raspall, entre los 0 y 6 años de edad la tecnología no brinda ninguna ventaja adicional al desarrollo de niños y niñas. Por el contrario, obstaculizan experiencias útiles para su desarrollo y crecimiento. Es el contexto real y natural el que tiene que entretener, calmar y estimularlos a esta edad.
Frente a estos riesgos y debido a la facilidad con que los más pequeños pueden acceder a una exposición intensa ante las pantallas, la Academia Americana de Pediatría (AAP) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) coinciden en:
- Evitar la utilización de cualquier tipo de pantallas en menores de 2 años (no deben tener contacto alguno con la tecnología).
- Los preescolares, de los 3 a los 6 años, no deberán consumir más de una hora al día en programación infantil de calidad (bajo en monitoreo de padres).
- Los niños de 6 a 12 años, no deberán consumir más de 2 horas al día (bajo monitoreo de padres).
Hasta los 2 años de edad, cero contactos con la tecnología
De 0-2 años no deberían ver ninguna pantalla ni dispositivos electrónicos, ya que los dos primeros años de vida del niño es un período muy importante para el desarrollo de su sistema nervioso y su psiquismo.
Desde que el bebé se encuentra dentro de su mamá ya comienzan a formarse las primeras neuronas, que irán multiplicándose desde los 6 meses de edad hasta aproximadamente los 2 años, momento en el que más neuronas tiene en toda la vida. Esta etapa se llama período crítico porque se están construyendo las estructuras y las conexiones cerebrales sobre las que se va a desarrollar su cerebro a lo largo de los siguientes años y sus efectos durarán para siempre, marcando la personalidad e inteligencia y su capacidad para establecer relaciones sociales.
En los primeros dos años de vida se desarrolla más del ochenta por ciento del cerebro. Las neuronas, a partir de esta edad, es cuando comienzan a tener más conectividad para cosas específicas, es decir, se van a ir conectando con aquellas que tengan su misma función. Por ejemplo, las neuronas que tienen que ver con el lenguaje, la atención y la memoria se unen haciendo circuitos más complejos. Mientras que las que no se van usando se podan, lo que en términos neurológicos se llama ‘poda neuronal’. A partir de los 4-6 años hay menos cantidad de neuronas, pero éstas son mucho más especializadas, y así se irá avanzando a lo largo de la vida.
Los principales circuitos de la infancia son los que tienen que ver con la motricidad, el lenguaje, la atención. Más tarde comienza a haber una conectividad del circuito frontal, también llamado emocional, que tiene que ver con el circuito del placer y la recompensa. Este circuito es el que les hace tener autocontrol, por eso, cuando todavía no está desarrollo, es el desencadenante de las rabietas, ya que hace que quieran las cosas de inmediato. Para ponerles freno, los padres tienen que enfrentar a los niños con otras experiencias como lo son los límites, para ir moldeándoles y que éstos vayan conectando con su parte emocional o frontal.
Cualquier tipo de pantalla a la que expongamos al niño emite una cantidad de estímulos por segundo que su cerebro no es capaz de procesar. No importa el contenido que estén visualizando (sea educativo o no), el cerebro del niño no está preparado para recibir esa cantidad de estímulos. Por eso, el desarrollo cerebral de los niños se ve perjudicado por una hiperestimulación neuronal, que podría asociarse con déficit de atención, conductas disruptivas, alteraciones en el sueño y en lo vincular, entre otros. Los bebés se vuelven irritables porque esos estímulos van directamente al sistema del placer y recompensa, y de allí será tan difícil sacarlos ya que las pantallas ofrecen respuestas inmediatas en forma de colores, formas y sonidos que activan en su cerebro la producción de dopamina, neurotransmisor responsable de estimular las sensaciones de bienestar y recompensa y relacionada con el placer inmediato.
De 3 a 6 años de edad, 1 hora de tecnología al día bajo el control de sus padres
En esta franja etaria el infante debería utilizar la tecnología sólo si es necesario, 1 hora al día. Se ha constatado que un uso abusivo del móvil provoca un adelgazamiento de parte de la corteza cerebral (el cortex prefrontal, en principio, relacionado con la maduración), lo cual se puede vincular a una conducta más impulsiva e hiperactividad. Si el pequeño está expuesto de una forma excesiva a pantallas, más tarde, cuando se quiera poner límites y controlar el tiempo de visualización, no le será suficiente, siempre querrá más y más.
Si los niños van a utilizar pantallas, es necesario que los adultos, además de ofrecerle la experiencia de límites, sean quienes les enseñen a calmarse. Un niño no puede calmarse solo, su cerebro aún no está preparado para regularse solo. Cuando le decís “cálmate o no te doy nada” u otras amenazas, se frustra y llora aún más porque no sabe hacerlo. Si el adulto se enoja, el niño entiende que debe omitir sus emociones porque si no los demás se enojan. Al final entenderá que las emociones hay que reprimirlas. Y en realidad no hay emociones buenas o malas, todas son emociones hay que aprender a gestionar.
Un uso exceso de pantallas por parte de los niños puede acarrear consecuencias como:
- Retraso en el desarrollo: falta de atención y concentración, dificultades para recordar y memorizar, problemas para relacionarse con los demás.
- Ausencia de lenguaje: Muchos padres recurren a fonoaudiólogos porque su hijo no habla. Está bien demostrado que las pantallas, sean del celular o de lo que sea, retrasan el lenguaje. Si el niño tiene retraso en el lenguaje necesitará una valoración integral y deberá atenderse de forma interdisciplinaria, pero primero prueben con sacarle todo tipo de pantallas. Muchos niños sin el permanente uso del “chupete electrónico” se sueltan y comienzan a hablar en unos días.
- Alteraciones del sueño: Demasiados niños se duermen con su móvil y utilizando sus apps, lo que provoca dificultades para conciliar el sueño, dormir sin interrupciones o insomnio.
- Hiperactividad, impulsividad y alteraciones conductuales: Destacan la desinhibición, la impaciencia, la inquietud, la agitación, la irritabilidad e incluso la agresividad en los casos más graves. A nivel emocional es frecuente observar ansiedad y depresión.
- Bajo rendimiento académico: afecta negativamente en tareas y habilidades como, por ejemplo: lectura y cálculo.
- Sedentarismo
- Desconexión de la vida real, aislamiento y un aumento progresivo de la tensión familiar por las discusiones en torno a ese uso del móvil.
El uso de la tecnología a veces es inevitable. En esos casos, es importante saber que, si van a utilizar pantallas, no lo hagan en la hora de la comida, antes de ir a dormir o en los trayectos cortos del coche porque en estos momentos los niños deben tener plena conciencia de donde están y poner toda su atención en lo que están haciendo, deben tener convivencia, porque si no se pierden los detalles de la vida y lo único que querrán es más tecnología.
De 6 a 12 años, 2 horas al día bajo el control de sus padres
En estas edades el uso de la tecnología debe continuar siendo monitoreada por el adulto, a esta edad las áreas del cerebro vinculadas a la autorregulación siguen en proceso de maduración, por lo tanto, siguen siendo los padres y cuidadores quienes deben controlar los contenidos, el tiempo destinado y qué participantes del juego son los adecuados para el niño en el caso de estar jugando en línea.
Muchos niños suelen utilizar la tecnología como único recurso para enfrentar la soledad, problemas emocionales, situaciones estresantes y frustraciones en el mundo físico.
Las preocupaciones de los padres o familiares generalmente comienzan en esta franja etaria y están relacionadas con cambios en el comportamiento, síntomas de ansiedad o depresión, aislamiento social, irritabilidad, cambios de humor, alteraciones emocionales, bajo rendimiento académico, falta de atención, alteraciones psicofísicas, falta de sueño y descuido en el aseo personal, entre otras. Sin embargo, los cuidadores llegan a esta instancia de preocupación cuando ya tienen el problema avanzado y necesitan pedir ayuda profesional por haber desarrollado, por ejemplo:
- Adicción: ¿Sabías que las pantallas, al igual que la cocaína y el tabaco son estimuladores de dopamina, la causa principal por la cual las pantallas pueden convertirse en una adicción? El profesional que identifica los problemas de adicción es el psicólogo o el psiquiatra.
- TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad): El tiempo dedicado a ver la televisión, jugar con el celular u otros dispositivos electrónicos en exceso está asociado con síntomas posteriores de TDAH. Cada vez son más la cantidad de niños y adolescentes diagnosticados con TDAH. Un estudio neurocognitivo obtuvo como uno de sus principales resultados que el uso excesivo de pantallas debería considerarse un factor de riesgo para los síntomas del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) (Nikkelen et al., 2014).
- TOD (Trastorno Oposicionista Desafiante): Existe evidencia de que los menores expuestos a programas de televisión para adultos desde los 6 meses de edad tenían mayor riesgo de tener comportamientos oposicionistas desafiantes, problemas emocionales y comportamientos violentos.
Resulta importante señalar que no todo el tiempo frente a la pantalla puede afectar negativamente el desarrollo infantil. No se trata de ir contra la tecnología, todo depende de cómo las utilicemos. Debe haber un equilibrio entre tiempo online y offline. La tecnología debe ser un aspecto más de la vida del niño, no el central y mucho menos el único. La complejidad radica en equilibrar el acceso a la tecnología con límites saludables.
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