El sangriento día de los enamorados de 1988: el asesinato de Alicia Muñiz
El verano de 1988 iba a traer sorpresas trágicas para los argentinos, en la llamada ciudad feliz de Mar del Plata, pusieron fin a sus vidas. Uno pagó con la cárcel y el otro con su vida. O sea, en sentido literal y figurado. Monzón terminó con su existencia que la prolongó cuando se mató en un accidente automovilístico en el año 1995.
Carlos Monzón, una vida a los golpes
Carlos Monzón fue el boxeador argentino que más veces defendió el título de la Categoría medianos, unificando las dos coronas de la Asociación Mundial y el Consejo de Boxeo. Nació en Santa Fe, en el seno de una familia muy pobre. Su infancia fue marcada por las carencias más extremas, se crio a los golpes, a ganar cualquier cosa por la fuerza.
Su vida amorosa y personal fue tan dura como los combates de boxeo que protagonizó a lo largo de su vida. Difícil fue su existencia, con violencia manifiesta, ignorancia y excesos que tuvieron un protagonismo significante en la desgracia que le hizo perder su libertad.
Tuvo cuatro parejas, de las cuales dieron su fruto con cinco hijos. Su romance más famoso fue el de Susana Giménez, que fue la ruptura de su relación anterior con la legendaria Pelusa. Recordada por una pelea que protagonizó con el Macho, disparándole con un rifle al cuerpo.
La relación con Susana Giménez tuvo sus comienzos en la incursión que hiciera Carlos en el cine. Mientras filmaban el filme “La Mary”, de Daniel Tinayre, en las escenas amorosas, el coqueteo fue subiendo la temperatura y lo que era ficción se convirtió en realidad. Susana estaba en pareja con el empresario Héctor Caballero y en una oportunidad en el corte temporario del rodaje, un amigo del campeón se lo llevó al empresario a comprar pizzas, y dejarlos solos a los dos.
Ella tuvo mucho que ver en la reeducación de Monzón al enseñarle buenos modales, de hacerle leer libros, en lugar de las historietas como “El Tony”, que él estaba habituado a leer.
Vivieron juntos muchos años, ella siempre reconoció que con Monzón aprendió a
gozar del sexo. Esta era una de las características, junto con la violencia, que era
deseada por las mujeres, el sexo desenfrenado y salvaje que era capaz de brindar el Macho.
Este apodo fue creado por el actor francés, Alain Delon que admiraba la potencia y la cara de indio que tenía el argentino. Las malas lenguas dicen que entre los dos existieron encuentros sexuales, dada la bisexualidad del actor. Delon tuvo mucho que ver con la realización de combates en París, fue el productor de la pelea contra Mantequilla Nápoles, que dio origen a un cuento del prestigioso escritor argentino Julio Cortázar: “La noche de Mantequilla”.
Protagonizaron Monzón y Susana dos incursiones en el Spaghetti Western, haciendo notar que entre los dos hubo una mutua ayuda, ella a tratar de cultivarlo (cuestión que no logró) y él con su nombre e influencias, ayudarla en su ascendente carrera.
Entre ellos existió amor, peleas y celos. Según el fallecido José Steimberg, apoderado de Monzón, este nunca pudo superar la separación con Susana. Ellos arreglaban sus diferencias en la cama, pero también es verdad que la alcoba nunca termina de solucionar los problemas de fondo que tiene una pareja.
Una constante en la vida de Monzón fue la violencia, por esa fiereza demoledora
Era reconocido en el mundo y que la llevó también a su ámbito privado. Con Susana rompieron en Europa luego de propinarle una paliza, alimentada por los celos que él tenía. Entre los dos existieron mutuas infidelidades, pero el campeón nunca pudo perdonar que una vez separados, ella tuviese un romance con un amigo, el ex basquetbolista Norberto Draghi.
Monzón continuó con su vida vacía, largas noches de alcohol y mujeres. Se despertaba al mediodía y su mundo era el bar La Cuyanita, en Martínez, donde jugaba casi todos los días al billar yal truco.
En febrero de 1987, un año antes de la fatídica madrugada del 14 de febrero de 1988, donde mató a su última esposa, la modelo uruguaya Alicia Muñiz, la periodista Cristina Castello le realizó una entrevista donde el asumía que cuatro veces se había casado y cuatro fueron las veces que se equivocó. Reprochándose que nunca se tendría que haber casado.
Él opinaba que no tenía el amor de una mujer, salvo el de sus hijos y nietos. Él pensaba que no necesitaba ningún psicólogo: “Mi psicólogo soy yo. Siempre me las arreglé solo.”
¿Pero cuando llegó a su vida esa mujer que determinaría tan trágicamente su destino? La conoció en 1979, cuando él estaba por viajar a Europa, para recibir la distinción del hombre más elegante del mundo. Tiempo después, se la presentaron amigos en común en un restaurante de la costanera porteña. Y comenzó un vaivén sentimental con golpes, separaciones, celos, brujerías, etc. Tan explosivo coctel no hacía prever justamente una vida dichosa.
Brujerías
Este es un buen punto para analizar el mundo de las brujas. Ya que en la vida de Monzón aparecieron involuntariamente estos magos de la ilusión.
En las calles, en los clasificados de los diarios y revistas de actualidad abundan una serie de adalides que solucionan los problemas amorosos en horas, realizando amarres y otras soluciones mágicas para que vuelva la pareja.
Estos remedios provisorios solo sirven para que unos pocos se llenen los bolsillos prometiendo que el amor perdido volverá, que el enfermo sanará, gracias a los pases de magia blanca o negra. La necesidad tiene cara de hereje, y es así que se acude como un salvavidas al borde del naufragio, aprovechándose de los infortunados clientes desesperados.
Con lo escrito anteriormente, pienso que hay cuestiones que no pueden ser explicadas con la razón humana, que pueden existir personas que logren efectos en otros con algún ritual, pero la mayoría de los oferentes son solo vendedores de humo que no aportan la mejor solución, la verdadera, solo promesas vanas de felicidad.
A estos magos del amor la última mujer de Monzón acudía regularmente para que su vida se viera envuelta de felicidad o tal vez con otras razones ocultas que nunca lo sabremos a ciencia cierta.
Alicia, una chica que había venido desde Montevideo para ser famosa, trabajó de modelo y en boliches nocturnos de la Capital argentina, teniendo una relación con uno de los dueños de un club. Hasta que conoció al campeón, él a pesar de ser un ex, se consideraba así.
Ella era habitué de brujos y parapsicólogos para tratar de cambiar la personalidad del boxeador. Una de las empleadas del departamento de la calle O’Higgins en el barrio de Belgrano, donde vivía la infortunada pareja se enfrentó con la uruguaya porque le hacía colocar elementos sospechosos a la comida de Monzón. Y tan grande fue la discusión que la empleada se marchó del departamento.
Además, Alicia realizaba un curso de parapsicología por correspondencia, Monzón no le hacía mucho caso, pensaba que lo mejor era que realizar a cualquier otra cosa, porque consideraba que iba a quedar loca con esa clase de aprendizaje de lo sobrenatural.
Una anécdota publicada por la revista Gente en febrero de 1988, fue que en el velorio de Alicia llegó una corona que decía Tu ángel del amor, que te quiere. Los familiares de la uruguaya mandaron a retirarla, pensando que la había enviado el ex boxeador. Sin embargo, la envió un Pai, donde la Muñiz iba para que le predijeran el futuro.
Idas y vueltas, contradicciones de sentimientos, separaciones
La relación se fue desgastando, ella conseguía lo que quería. Cuenta la periodista Marilé Staiolo en su libro: “Monzón, secreto de sumario”, que, en cada reconciliación, ella sacaba una tajada económica, que no se podía ir sin nada, y que perdía su juventud al lado de un hombre que la maltrataba.
Los hechos se iban desencadenando, Alicia tuvo varios negocios que le ponía Monzón y antes de la última separación, ella había vuelto a las pasarelas por falta de dinero.
El macho no era un hombre que hubiese nacido para los negocios, era un hombre taciturno, vacío en la vida, que hallaba su consuelo en los excesos como el alcohol, las mujeres que requerían sus favores sexuales y el juego con amigos. Cada vez que entabló un negocio, fracasó. Su último intento en la actuación fue en 1984 junto a Graciela Borges, en la novela Pelear por la vida, que se emitía en ATC.
Las interminables disputas con su mujer eran que ella no soportaba que estuviera borracho y le enrostraba que era impotente. Cuan grave era ese insulto a Monzón, un hombre de pensamiento primitivo, ya que pensaba que todo se solucionaba con su incontrolable impulso sexual y su habitual rendimiento en la cama, haciéndolo salir de sus casillas. Amén de los reclamos económicos que como es sabido también hicieron hecatombe en la relación.
En la entrevista con la periodista Cristina Castello, ante la pregunta: ¿que había quedado del hombre que, en julio de 1984, había reconquistado a su mujer con un ramo de jazmines y ganas de luchar? Monzón contestó que no quedaba nada, que no la extrañaba y que no quería volver con ella. Que sentía afecto por ella, y ella también de él, pero nada más.
La ultima separación fue a mediados de 1987, ella estaba saliendo con el abogado Rodolfo Vega Lecich, quien fue uno de los abogados querellante en el juicio de su muerte. Mientras tanto, se veían con Monzón, hablaban por teléfono.
Los maltratos sufridos por Alicia Muñiz fueron denunciados en varias oportunidades, pero ninguna de las denuncias hizo nada para evitar un desenlace inevitable y violento.
Ese maldito llamado que marcó su vida
La pareja estaba separada en febrero de 1988, él se fue a Mar del Plata junto a su último hijo Maximiliano y ella se encontraba en Punta del Este, desfilando. Monzón tenía pensado pasar el fin de semana en la Feliz, para luego en Buenos Aires comprar los zapatos para el comienzo del colegio de su hijo.
El miércoles 10 de febrero lo llamaron desde Buenos Aires a Carlos, era su apoderado Neri, quien le comentaba que Alicia quería verlos y tenía deseos de estar para pasar el fin de semana en Mar del Plata. Vaya a saber por qué, pero a Alicia esta decisión le costó la vida y a Monzón la cárcel. Le dijo que le sacara un pasaje en avión y que le reservara una habitación en un hotel.
El sábado 13 de febrero, Alicia llegó a la ciudad donde se encontraría con su amor, su hijo y con la muerte. Monzón la esperaba en el aeropuerto de Camet. Ella no podía sospechar que, en menos de 24 horas, ya no viviría más.
Finalmente, no fue al Hotel Rívoli, no se sabe bien la causa de esta decisión ya que fue al chalet del barrio parque La Florida, que alquilaba el actor Adrián Martel. Según Monzón en la tarde del sábado hicieron el amor, con lo que la pareja volvía a reconciliarse por enésima vez. Salieron a la noche, fueron primero al Casino, donde el Facha Martel ganó en la ruleta casi mil australes (la moneda argentina de esa época). Luego fueron al club Peñarol donde festejaron el cumpleaños del locutor Sergio Velazco Ferrero, tomaron en demasía cerveza, vino y champán. Excesos alcohólicos que comenzaron desde el almuerzo de ese sábado. Se fueron en taxi. El taxista que los llevó hasta La Florida contó a la justicia que parecían dos novios. El Facha Martel dijo algo parecido, pero no contó que sacó de la casa, cuando estaba la policía (según se cree había drogas). En el amanecer de esa madrugada de verano, volvieron las reyertas. La razón de esa pelea fue el dinero, porque decía que le retaceaba la cuota mensual que le daba por Maximiliano. Este dormía en la habitación, él la golpeo, la estranguló y cayó muerta en el patio del chalet, no tuvo reacción al caer en el vacío.
Carlos sufrió una caída, nunca se supo bien como cayó, pero se quebró costillas y la clavícula. Lo condenaron en 1989 a once años de prisión por homicidio simple, y el 8 de enero de 1995 se mató en una ruta provincial de Santa Fe, cuando volvía al penal a cumplir con su condena. Tenía beneficios por buena conducta y ese domingo fatal había tomado cerveza. Hasta el final a Monzón lo marcó a fuego la violencia y el alcohol.
En una entrevista en la cárcel, dijo de Alicia Muñiz algo totalmente distinto de aquella entrevista con la periodista Castello. Como si la perspectiva del tiempo modificase sus sentimientos y pensamientos: “Ella fue para mí algo increíble, ninguna otra mujer podrá marcar a fuego mi corazón como ella lo hizo durante los años que estuvimos juntos”.
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