El sebo vacuno, su industrialización
El resultado de las vaquerías sobre el ganado “cimarrón” era solamente para la obtención del cuero, pero también para la extracción del sebo que tenía distintos usos, pues se comercializaba como materia industrial (en la fabricación de jabón y velas de sebo).
El sebo es una grasa dura y sólida, que tuvo durante siglos en estas tierras, una gran importancia industrial y comercial.
Se utilizaba y aún se utiliza en la fabricación de jabón y velas. También se utilizaba el aceite vacuno de grasa fundida para combustible de los candiles. Muchos tienen una idea equivocada del candil. Este era una mecha insertada en el aceite o grasa para iluminación. La famosa Lámpara de Aladino de los cuentos, era un candil, o sea decir lámpara es incorrecto porque no tenía vidrio protector o tubo. Si tiene tubo, es lámpara, no candil. Este podía también ser alimentado por aceite vegetal y también de origen equino.
En algunas actas del Cabildo se pueden encontrar autorizaciones para vaquear, señalando claramente que ese permiso era con la finalidad de “hacer sebo”. Existe una petición de un señor Juan López en el permiso del 4 de mayo de 1610. En el acta se señala que el nombrado pide licencia “para vaquear” para hacer sebo con el ganado vacuno “cimarrón”. En este caso, los miembros del Ayuntamiento acordaron otorgarle el permiso.
La preparación del sebo con fines industriales demandaba una labor bastante agotadora. Se daba inicio a la salida al campo abierto a la pampa, en busca de ganado salvaje, lo cual demandaba el trabajo de baqueanos rastreadores, ubicarlos, perseguirlos, darles muerte y transportarlos a la rastra los animales muertos para faenarlos en un lugar determinado. Una vez allí se cuereaba el animal, se lo abría y quitaba la grasa que se colocaba en unos grandes recipientes, para luego calentar el tacho con fuego debajo. Una vez derretida la grasa, se volcaba en moldes para que las barras tuvieran el mismo peso.
El 20 de enero de 1612 figura en un acta del Cabildo lo siguiente: “Acordose que se compren tres tachos de cobre y las demás cosas necesarias para la corambre que se ha de hacer” Esta resolución parece indicar que el gobierno tenía a su cargo la explotación de ese comercio.
Relacionado con las velas de sebo, existe una resolución para supervisar el precio de venta en las pulperías o almacenes del 26 de septiembre de 1616. Allí se lee que “las velas están a muy subido precio, porque por un peso no se dan más que veinte y cuatro velas de tres onzas y media” al por menor
La fabricación de velas se fue incrementando a medida que aumentaba la población, pues era de uso obligado la iluminación general de los habitantes, exceptuando aquellos candiles rudimentarios utensilios para alumbrar utilizando grasa, y los menos que usaban velas de materias grasas bien procesadas.
Durante más de doscientos años se exportó sebo desde el puerto de Buenos Aires. En el Semanario de Agricultura, Industria y Comercio que editaba don Hipólito Vieytes, el 8 de junio de 1803 se publicaba por primera vez, el movimiento de barcos en el puerto y por ejemplo en el mes de mayo se habían hecho a la vela varias naves, agregando allí los nombres de cada una de ellas, transportando sebo por un total de dos mil kilogramos. Infortunadamente no hay registros de lo exportado en las primeras décadas de 1600, cuando las vaquerías estaban en su apogeo.
El sebo era muy requerido para la fabricación de jabón. En Buenos Aires el jabón que se usaba era importado. Debe tenerse en cuenta que el siglo XVII, cuando esta industria floreció en Inglaterra y Alemania y recién en el siglo XIX tomó carácter cosmético e industrial. Fue precisamente don Hipólito Vieytes quien en la primera década de 1800 instaló en Buenos Aires la primera fábrica de jabón en forma industrial.
¿Qué es el jabón? El jabón es un elemento de limpieza producido a partir de la grasa, agua y álcalis, como el hidróxido de sodio o de potasio denominado también soda cáustica.
Los orígenes del jabón se remontan por lo menos a 2.800 años a de C.
Se cuenta que las lavanderas de la antigua Roma, lavaban ropa a orillas del Tíber, al pie del Monte Sapo. una sustancia bajaba mezclada con las aguas del río y hacía que tanto la ropa como las manos de las lavanderas quedaban perfectamente limpias. En la cima del Monte Sapo se realizaban sacrificios de animales a los dioses. La grasa animal, mezclada con cenizas de las incineraciones eran arrastradas desde el cerro hacia abajo por las lluvias, mezclándose también con el suelo arcilloso. Esa sustancia producto de la mezcla casual de ácidos grasos de la grasa animal con hidróxido de potasio de las cenizas y la arcilla del suelo, daban lugar a un elemento jabonoso. Es por eso que al proceso de una sustancia en jabón se le llama saponificación (deriva del Monte Sapo). Luego se le fueron agregando otros elementos, entre ellos perfumes dando lugar al llamado jabón de Castilla, también al de Marsella con agregados de aceite de oliva, como también de glicerina
Aunque es posible que esta no sea la única versión del descubrimiento del jabón, pues su conocimiento es anterior a esta historia.
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