El trágico final de Claudio Levrino
Claudio Levrino estaba en el auge de su carrera artística cuando comenzaba a despuntar la década de los 80. Había protagonizado la exitosa novela en canal 9 “Un mundo de 20 asientos”, junto a Gabriela Gili y María de los Ángeles Medrano divididas en dos etapas en 1978. Esa tira fue el punto de inflexión para un futuro prometedor. La historia giraba en la vida de Juan Arregui, un colectivero de la línea 60 de Buenos Aires que se enamoraba de Angelina una chica rica que se hacía pasar como mucama.
La telenovela fue un éxito arrasador como lo había sido “Rolando Rivas, taxista” unos años antes. La química de la pareja Levrino y Gili con el público fue puesta nuevamente en juego en noviembre de 1979 en la tira intitulada “Daniel y Cecilia”, que terminó abruptamente por la muerte del galán en Mar del Plata.
Claudio Norberto Levrino había nacido el 6 de enero de 1945 en Barranqueras Chaco. Su carrera como actor tuvo en su haber una gran cantidad de trabajos en la televisión, catapultándose como el dueño del rating con la novela citada anteriormente. También actuó en cine y en teatro. En la pantalla grande se lo puede recordar en la película “Mi amigo Luis” como cadete del Colegio Militar de la Nación representado un pequeño drama dentro de la comedia, ya que, estando próximo a egresar como subteniente, abandona el instituto por un desengaño amoroso.
En 1979 protagonizó el filme “Los éxitos del amor” junto a Graciela Alfano. Estas películas que terminaban con la palabra “amor” fueron realizadas en la época del proceso militar. Tenían un guion rudimentario, ensamblado con canciones interpretadas por diferentes cantantes, teniendo la finalidad de vender miles de Long Play y los incipientes casetes de música. Esta película fue una adaptación del drama de Shakespeare de Romeo y Julieta, contando la disputa entre Levrino y el padre de Alfano para ser elegidos como el presidente de River (con sus instalaciones y su flamante estadio mundialista) pero que tenía un nombre diferente.
La tragedia y el azar juegan sus cartas en Mar del Plata
A contramano de lo que quedó en el inconsciente colectivo de que hace 45 años no había inseguridad en nuestro país, la década de 1980 comenzó con una serie de robos en la zona de la costa argentina, razón por la cual el actor compró una pistola Beretta calibre 22, además del viaje diario que realizaba para la función teatral desde su casa quinta en Miramar a 50 km de Mar del Plata.
Claudio estaba realizando la obra “No pises la raya, querida “en el Teatro Provincial junto a Rodolfo Bebán, Bárbara Múgica, Beatriz Bonnet Gabriela Gilli, Alberto Martín y Carlos Rotundo. Si reflexionáramos sobre este hecho luctuoso podríamos pensar que el azar tuvo un papel relevante. Levrino estaba casado con la actriz Cristina del Valle, tenían un hijo en común, más otro de la actriz con una pareja anterior. Ella estaba preocupada por el arma que tenía su marido y que había sido manipulado por sus hijos.
La jornada del 17 de enero de 1980 contó con una serie de hechos que tuvieron una real incidencia en la tragedia posterior. Ese día su mujer no puedo tomar un vuelo hacia Buenos Aires porque el Taunus Ford que conducía el actor se averió. Este llegó sobre la hora para la primera de las dos funciones de ese viernes. En la primera fila del teatro se encontraba el entonces Presidente de facto Jorge Videla junto a su esposa.
Luego de las dos funciones teatrales cenaron en un restaurante: Levrino, Beban y sus respectivas parejas, de las cuales Gabriela Gili era la mujer del protagonista de la película de Leonardo Favio “Juan Moreira”. La esposa de Levrino comentó preocupada el tema de la pistola y Gabriela Gili comentó que: “A las armas las carga el Diablo…”, mientras que Claudio completó la frase con: “Y las descargan los boludos…”. Los actores se despidieron hasta la función del día sábado, sin saber que el telón del teatro se había cerrado por última vez para Claudio Levrino. La obra se pospuso hasta el 26 de enero con el reemplazo de Claudio Corvalán por Levrino.
A las 0230 del 18 de enero, Levrino y su mujer se detuvieron en la esquina en Falucho y España, volvieron a discutir por el tema del arma. No está de más recalcar que el auto averiado fue reparado en una cuestión de horas. Lo que siguió a continuación lo cuenta Cristina del Valle: “La agarré con la funda y se la di -relataría mucho tiempo después la actriz, en el programa Incorrectas-. Él me dijo: ‘Ante todo quiero decirte que no comí postre, pero ya tengo mi postre’. Me dio un beso. ‘Vos sos mi postre, te amo y voy a darte el gusto’, me dijo”. Levrino le quitó el cargador y, antes de llevar la punta del cañón a su propia sien, quiso persuadirla: “¿Ves? Ya no sirve para nada”. Serían sus últimas palabras. Los truenos que azotaban la ciudad aquella noche parecieron confundir el propio ruido del disparo, provocado por una bala que había quedado alojada en la recámara. “No hubo fogonazo ni nada de eso. No me di cuenta hasta que vi una gota de sangre en su pantalón. Abrí la puerta del auto y empecé a correr”.
Lo llevaron a la Clínica Pueyrredón, su cerebro estaba en blanco como la hoja que le dio un médico a su esposa para graficar lo irreversible de la situación. El prestigioso medico Raúl Matera interrumpió sus vacaciones para atenderlo sin poder revertir el cuadro del actor.
Claudio Levrino, el galán de finales de los 70 y principios de los 80 murió a las 0230 del domingo 18 de enero de 1980 a la edad de 35 años. Lo despidió una multitud de personas, desde fans de la telenovela hasta colectiveros de la línea 60 que hicieron tronar sus bocinas, a quienes les dio la ilusión de ser el protagonista de la novela de sus vidas.
Comentarios
Para comentar, debés estar registrado
Por favor, iniciá sesión