A orillas del Danubio, al norte de Bulgaria, se encuentra la ciudad de Ruse. Del otro lado del rio, en Rumania, está la ciudad de Giurgiu. Ruse, en tiempos de ocupación otomana, se la conocía como la pequeña Viena, y se la denominaba Ruschuk o Ruscuk.
La dominación de los turcos y la trashumancia de algunos pueblos hicieron que en esa ciudad fuera habitada además por griegos, albanos, rumanos, gitanos y armenios. Por otra parte, algunos judíos de origen sefardí y otros, eskenazi, al ser expulsados de España, recalaron allí. Todo eso conformó un crisol de pueblos, culturas, lenguas y religiones.
Entre esos judíos, estaba la familia Cañete, que cambiaron su apellido por Canetti. Elías Canetti nació en Ruse el 25 de julio de 1905. Su padre era comerciante y su madre, apellidada Arditti, también pertenecía a una familia sefardí de origen italiano.
La familia Canetti se traslada a Manchester, luego a Viena, más adelante a Zurich y más tarde Francfort. Esa travesía no hizo más que sumar al ladino, idioma que Elías utilizaba en su casa, el inglés y el alemán. El ladino, un idioma judeo-español que utilizaron tanto la comunidad judía sefardí como la comunidad judía eskenazi, lo vincula con el pasado y con la procedencia de sus antepasados.
Por otra parte, y atendiendo a la influencia que la cultura recibida en el trajinar de la familia Canetti, Elías en sus memorias dice: “Si digo que Ruschuk queda en Bulgaria no doy una imagen adecuada. Cuando alguien de Ruschuk se embarcaba hacia Viena decía que se iba a Europa”.
Precisamente, con el idioma alemán Canetti desarrolló toda su carrera literaria. Además, el estar familiarizado con diversas lenguas consolidó en su personalidad el desarrollo de la facilidad de escuchar e interpretar con una posición crítica, los argumentos y las ideas ajenas.
Inicialmente estudió la carrera de química y luego se volcó a la literatura. Si bien el primer libro publicado por Canetti fue su única novela “Auto de fe” (1932), el resto de su obra son ensayos. “Auto de fe” es una parábola sobre la oposición entre la cultura de masas y la dignidad individual. Canetti deambuló cuatro años detrás de editoriales para poder publicarla. Se puede considerar como una obra partícipe del expresionismo y valorada por Thomas Mann (quién a pesar de un rechazo inicial, luego se convierte en uno de sus más entusiastas admiradores), Robert Musil y Hermann Broch. Fue comparada con las grandes obras de la literatura rusa, como las de Gogol y Dostoyevski.
El licenciado y doctorado en Filología Germánica por la Universidad de Turín, y escritor y ensayista italiano Claudio Magris, ha afirmado que “Auto de fe” tiene lo desagradable de los grandes libros, que no concede nada, no amortigua la angustia y la muerte, no suavizan los filos hirientes y golpean como un puño; es uno de los más grandes libros escritos sobre los demonios del siglo XX y de la vida”.
Canetti escribió luego varios libros de ensayo. Entre ellos, sus tres libros autobiográficos: “La lengua salvada” (1977), “La antorcha al oído” (1980) y “El juego de ojos”, con clara referencia a la vida y la cultura centroeuropea en los primeros treinta años del siglo XX, radicalmente ubicada en Londres, Zurich, Viena y Berlín. Canetti tiene una particular visión de Europa y sus contemporáneos (Freud, al que critica –en parte, severamente- o Broch y Musil) entre otros.
No obstante, empleó más de treinta y cinco años para concretar su mayor obra. Iniciada en 1928, “Masa y poder” fue publicada finalmente en 1960. Canetti, en esa obra, a la que considera como “el libro de su vida”, habla de los distintos tipos de “masa”; indaga sobre la génesis de la conformación de la masa; la obediencia que las masas tienen a los líderes y la forma de control social que el poder ejerce sobre el conjunto de la sociedad. En forma narrativa, hace una ajustada reflexión acerca de la relación entre masa y poder y la naturaleza configurativa de la violencia.
El libro es considerado como un gran ensayo sociológico y antropológico. El autor considera material recabado de distintas disciplinas, como antropología, sociología, mitología, etología e historia de las religiones. Atraviesa en su ensayo toda la historia de la humanidad, recabando tradiciones griegas. No escapa la realidad circundante a su contemporaneidad, por lo que focaliza el ejercicio del poder por parte de los dirigentes totalitarios.
Es una gran obra literaria, a juicio de los críticos, “un gran mito constelado de otros mitos”. Juan Forn al mencionar a “Masa y poder”, dice: “es un libro único en su rubro por su inclusividad: envuelve siempre al lector, nunca teoriza de más, nunca nos aleja ni se hace inextricable, solo envuelve e invade de conocimiento”.
Sin embargo, el carácter extrovertido y, en cierta manera, intolerante de Canetti ha configurado su imagen altanera y despreciativa respecto a otros escritores. Así, por ejemplo, al mencionarse la posibilidad de que Borges obtuviera el premio Nobel de Literatura, Canetti ha manifestado, qué si de él dependiera, no le concedería el premio. Y no, por razones políticas, que no son pocas, al haber recibido una medalla de Pinochet – dijo- sino porque su literatura es trivial, bien escrita pero superficial como el ajedrez.
Y en una confesión teñida de soberbia, en su libro “Sobre Kafka. El otro proceso”, al mencionar a la enunciación de los libros imprescindibles para el hombre (los que limita a poco más de cien), afirma: “En esta serie de libros me gustaría estar incluido, una ambición osada. Sin embargo, como siento tal fuerza y estoy por primera vez en muchos años intelectualmente activo, no me parece tan osado. Quiero escribir cosas que me den el derecho a pertenecer a esos dioses. Creo que las escribiré. Formo parte de las personas que han de meter mucha bulla antes de hacer nada; que solo pueden hacer algo cuando antes lo anuncian a bombo y platillo. Pienso avergonzado en Kafka, que siempre hacía todo lo contrario No ha habido muchos de su estilo. La mayoría eran más bien como yo, exagerados, fanfarrones, gente que se sobrevaloraba”.
A Canetti, de quién en este año, al cumplirse treinta años de su fallecimiento, el 14 de agosto de 1994, y por voluntad suya, se conocen sus diarios, se le concedió el Premio Nobel de Literatura en el año 1981 “en reconocimiento a una obra con múltiples puntos de vista, así como por su riqueza de ideas y por su fuerza artística”.
Ads Ads Ads
Comentarios
Para comentar, debés estar registrado
Por favor, iniciá sesión