La chica de la aguja. El horror y la crueldad
Hay situaciones que generan reflexiones involucrando en ellas razones éticas que deben enmarcarse en el contexto histórico, político y social en el cual se producen. En ese ámbito, es imprescindible siempre contemplar la condición humana, que es falible y sumamente frágil. Por otra parte, la vida real llevada a la pantalla, tiene una connotación que acrecienta las aristas tornándolas más elocuentes y dramáticas.
En “La chica de la aguja”, película del joven director Magnus von Horn, Karoline, una joven costurera en la fábrica textil Kietzler de Copenhague, trabaja en su máquina de coser en condiciones inhumanas y es sometida frecuentemente a malos tratos, cuando el flagelo de la Primera Guerra Mundial desangra a Europa.
Si bien Dinamarca se mantuvo neutral durante ese conflicto, algunos daneses lucharon por Alemania. Las empresas de esa nacionalidad, gracias a esa neutralidad, podían vender productos a ambos bandos. En particular, uniformes militares eran elaborados, como podría ser la fábrica Kietzler, con un frenetismo tal que las agujas de las máquinas se rompían por el excesivo uso.
Al comienzo de la película, Karoline es desalojada bruscamente de la pobre habitación que reside por falta de pago; no tiene noticias de Peter, su esposo, a quien cree desaparecido o muerto en la guerra y recurre, en su desesperante situación a alquilar una más pobre habitación aún, con una gotera permanente, una única ventana que no le es posible abrir, una letrina común y el acceso al agua nada más que entre las 10 y las 12 horas.
Cuando Karoline gestiona ante su patrón, Jorgen, la posibilidad de acceder a una pensión por viudez, en función de la ausencia de su marido, su jefe muestra cierto interés en ella, estableciéndose entre ellos en una relación, quedando Karoline embarazada.
El final de la guerra, hace que retorne el marido. Su rostro se ha desfigurado de una forma tal que usa permanentemente una prótesis facial en forma de máscara. Karoline lo rechaza, lo avergüenza al decirle que está con otro hombre y que espera un hijo de él. Peter se va y finalmente se transforma en un monstruo de feria, lo que en alguna escena semeja este film con “El hombre elefante” de David Lynch.
Karoline entusiasmada con un posible casamiento, concurre a la casa de su jefe. Es recibida por la autoritaria madre de éste, quién la humilla, diciendo que jamás permitiría el enlace de su hijo con alguien de un estatus inferior, amenazando por otra parte a Jorgen con quitarle todo apoyo económico. De forma tal que Karoline no solo es rechazada por éste, sino también su madre la despide de la fábrica.
La impotencia y la miseria que se cierne sobre Karoline hace que, en un baño público al cual recurría para asearse, intente abortar con una aguja de tejer, instrumento que da origen al título del film. Una mujer, Dagmar, que toma baños en una tina adyacente, se da cuenta de la situación y la auxilia evitando que concrete la interrupción del embarazo. Dagmar le promete que encontraría un lugar para el niño, cuando éste nazca.
Dagmar es propietaria de un comercio de dulces y vive en la trastienda del mismo con Erena, una chica de 7 años. Al momento del parto, Karoline es madre de una niña que Dagmar recibe y concreta la entrega, evidenciando un comercio en esa tratativa, dado que incluso le reclama un dinero a Karoline para realizar la operación. Como ésta no tiene la cantidad suficiente, Dagmar le propone que vaya a vivir con ella y, dado que está en estado de lactancia, que amamante a Erena en una propuesta que es tan sórdida como absurda, además de permitirle el acceso a drogas que, usualmente Dagmar consumía.
En realidad, Dagmar que en un primer momento aparece como una abnegada dama presta a socorrer a mujeres desesperadas y a darle un mejor destino a inocentes que nacían en hogares con dificultades o eran procreados por menores, muestra su verdadera y perversa faceta al justificar su macabro accionar asesinando a los recién nacidos, al justificarse en frases como “el mundo es un lugar horrible”.
El director, nacido en Göteborg, Suecia, Magnus von Horn, conjuntamente con la coguionista Line Langebek Knudsen se han basado en la historia real de Dagmar Johanne Amalie Overbye, una mujer que luego de su detención fue encontrada culpable del asesinato de entre 10 y 25 niños (entre ellos, se presume su propio hijo), en un período que abarcó entre 1913 y 1920. En 1921, se la condenó a la pena de muerte y luego de conmutarse esa pena por la de reclusión perpetua, falleció en la cárcel en 1929. Incluso su historia fue novelada por la escritora Karen Sondergaard Jensen en “Englemagersken” y la compañía de teatro Ved Sorte Hest realizó una obra “Historien om en Mo(r) der”.
La protagonista del film, Karoline (interpretada magistralmente por Vic Carmen Sonne) es una creación de los autores del guion. Utilizaron su figura para introducir la realidad del entramado social de una época de enormes desigualdades sociales en el marco de la guerra. Mientras sugieren una reflexión respecto a las elecciones derivadas de personas en estado de necesidad y en el marco de normas y conductas regidas por la sociedad.
La película impacta. La fotografía del polaco Michal Dymek, cuyo antecedente más próximo es “Eo” (2022), el film del veterano también polaco Jerzy Skolimowski, y anteriormente había participado de “Guerra fría” (2018) de Pawel Pawlikowski, es de un blanco y negro excepcional y ajustado a lo ominoso del clima y de la trama. El eficaz sentido estético que se la da a la monocromática fotografía y el tratamiento de la trama, acercan al film, como han afirmado algunos críticos, a la Inglaterra de Dickens, pero asimismo la predilección por los rostros y la mudez persistente de la protagonista tienen mucho del expresionismo alemán y del cine mudo ruso. En particular, en algunos aspectos con “La madre” (1926) de Vsévolod Pudovkin.
Von Horn ha elegido con notable precisión las locaciones en pequeñas ciudades como Klodzko Dolnoslakie y Bystrzyca Klodzko en el voivodato de la Baja Silesia en Polonia, que mantienen una arquitectura y urbanidad, con sus calles derruidas, muy similar al Copenhague de los años de la acción. Por otra parte, entre otros hallazgos, ha utilizado Ksiezy Mlyn, el área de la parte central de la ciudad de Lodz, en el centro de Polonia, donde existen un grupo de fábricas textiles construidas en 1824. Y en esa locación, generó una escena que le rinde homenaje a los hermanos Lumiére, retratando la salida de los empleados de la fábrica que tiene una semejanza con la emblemática “Salida de la fábrica” (1895).
El film ha participado del Festival de Cannes y ha conseguido numerosos premios. Fue nominado como mejor film extranjero para el Golden Globe y para el Óscar de la Academia. Al ser premiada la película por su diseño de producción, el Jurado del Premio Europeo del Cine afirmó: “A través de interiores hábilmente diseñados, junto con exteriores cuidadosamente elegidos, el diseñador de producción Jagna Dobesz contribuye fuerte y poderosamente a la calidad visual y a la atmósfera de la película”. Y respecto al sonido, también premiado, “de forma original y experimental, la partitura original de Frederikke Hoffmeier trabaja con la distorsión de fuentes acústicas y paisajes sonoros electrónicos ruidosos. Es minimalista para no robar el espectáculo pero aun así es recordado y transmite la crueldad de la experiencia de la protagonista.”
El director ha descripto al film como “un cuento de hadas para adulto y estaba motivado no sólo para hacer una pieza de género, sino también para coquetear con el género. Se convirtió en un gran lente para mirar la historia”. A propósito, la publicación on line Indie Wire ha afirmado que es “una historia de época fascinante y moderna que ofrece una narración rica y sólida con una vuelta de tuerca”. Indudablemente es una película que no deja a ningún espectador indiferente y detrás de la crueldad y la sordidez de conductas repudiables y malsanas se encuentra una sociedad que convalida en gran parte lo más ruinoso e hipócrita de esas conductas.
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