La política de la ternura
Fue el psicoanalista Fernando Ulloa quien asoció la ternura, fundamento básico de la humanización y de la ética, con la política. Dijo que “hablar de ternura en estos tiempos de ferocidades, no es ninguna ingenuidad. Es un concepto profundamente político. Es poner el acento en la necesidad de resistir la barbarización de los lazos sociales que atraviesan nuestros mundos”. La ternura es un límite a la ferocidad y la barbarie y significa el reconocimiento del “otro” como un semejante distinto de mí. La ternura implica la renuncia a la pulsión de apoderamiento y cosificación del otro, a considerarlo como un semejante diferente a mí. La ternura se compone de la empatía, el miramiento y el buen trato. La empatía es poder sentir lo que el otro siente, ponerse en sus zapatos. El miramiento es “mirar con amoroso interés a quien se reconoce como sujeto ajeno y distinto de uno mismo”. Se opone al desinterés y la indiferencia. A veces el mirar con amoroso interés transforma al “otro”, lo humaniza, activa los núcleos amorosos adormecidos por el resentimiento. Una practicante es advertida en su primer día de clases, intimidatoriamente por un alumno, de que la pueden robar o agredir al tomar el colectivo, porque el barrio es muy peligroso. Es el líder violento en la escuela y pretende amedrentarla, como hace con el resto de los profesores y estudiantes. Inesperadamente ella le agradece y le pide que la acompañe a la parada para sentirse más segura (Ana Campelo “Bullyng y criminalización de la infancia). Después del desconcierto inicial, acepta y acompaña a la profesora todas las noches. El joven además, refiere Campelo, cambia profundamente sus patrones de conducta, volviéndose solidario y colaborador con el resto. El miramiento hace a la ternura y a la salud mental, al igual que el buen trato. El miramiento se opone al individualismo, al mal trato y a la indiferencia, sobre todo de aquellos que sufren. Aquellas víctimas de la “encerrona trágica” (Ulloa) que padecen angustias indecibles. Esas situaciones que se van volviendo cotidianas y se van naturalizando. A muchos ya no les afecta, las personas revolviendo la basura para poder comer, la miseria a la que son empujados los trabajadores, los maestros, los estudiantes, los jubilados, los niños con hambre, los desocupados, el profundo dolor de las personas, porque han perdido ya la capacidad de asombro. Ya no se escandalizan. Bien decía Ulloa que escandalizarse frente a las injusticias y el oprobio que padecen los seres humanos, era un rasgo de salud mental. La encerrona trágica es para Ulloa una relación en la que la víctima depende del verdugo para sobrevivir, dos lugares, sin apelación al tercero de la ley. El paradigma es la mesa de la tortura. Los jubilados siguen siendo apaleados, los niños gaseados en la marcha de los miércoles y a ningún fiscal del Poder judicial le parece una aberración legal ni humana. Los terceros que han intercedido lo han hecho desde la ternura y la solidaridad. Fueron primero los hinchas de fútbol, luego los sindicatos, pero la represión sanguinaria y cobarde continúa, la ferocidad y la barbarie. También la crueldad que para Ulloa es lo opuesto a la ternura. El cruel, el que goza con el sufrimiento del otro, y de hecho es quien ha elegido esta política, no ha conocido el amor, el afecto. Está atravesado por el odio y el resentimiento, es decir, por la tendencia a la crueldad y la destrucción. Deshumanizando al otro se deshumaniza. Se vuelve una bestia. Celebran las desgracias. Los despidos de los trabajadores constituyen políticas desgraciadas. En Concordia recientemente los trabajadores del Peaje, del Hotel Ayui, empleados públicos y privados reclaman los despidos. Es una situación dramática, una encerrona trágica porque en muchos casos quedan en el más absoluto desamparo, en las más profundas de las depresiones. Una política de la crueldad se basa en la indiferencia e incluso en el desprecio del otro, en la carencia de empatía, parte de la cara salvaje del hombre, en la cual “el hombre es lobo del hombre”. Una política de la ternura se compadece del que sufre y aspira a la felicidad del “otro”, del semejante. Hoy vivimos la pesadilla del Imperio de la crueldad, pero de las noches más oscuras surge la luz de un nuevo amanecer. Siempre prometedor. Mientras tanto resistamos, con la ternura estos tiempos corroídos por la barbarie. Haciendo y orando, luchando y orando…
ORACION DE UN DESOCUPADO
Padre,
Desde los cielos bájate, he olvidado
Las oraciones que me enseño la abuela
Pobrecita, ella reposa ahora,
No tiene que lavar, limpiar, no tiene
Que preocuparse andando el día por la ropa
No tiene que velar la noche, pena y pena,
Rezar, pedirte cosas, rezongarte dulcemente.
Desde los cielos bájate, si estás, bájate entonces,
Que me muero de hambre en esta esquina,
Que no sé de qué sirve haber nacido,
Que me miro las manos rechazadas,
Que no hay trabajo, no hay,
Bájate un poco, contempla
Esto que soy, este zapato roto
Esta angustia, este estomago vacío,
Esta ciudad sin pan para mis dientes, la fiebre
Cavándome la carne,
Éste dormir así,
Bajo la lluvia, castigado por el frío, perseguido
Te digo que no entiendo Padre, bájate,
Tócame el alma, mírame
El corazón,
yo no robé, no asesiné, fui niño
en cambio me golpean y golpea n,
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
Si estás, que busco
Resignación en mí y no tengo y voy a agarrarme la rabia y a afilarla
Para pegar y voy
a gritar a sangre en cuello
Porque no puedo más, tengo riñones
y soy un hombre,
Bájate ¿qué han hecho
De tu criatura; Padre?
Un animal furioso
Que mastica la piedra de la calle?
Juan Gelman
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