Muchos artistas se han manifestado desafiantes a la época, a las convenciones y a los mandatos sociales que regían en los lugares y en el tiempo en que vivieron. Lo revelaron en sus obras de arte y en sus posiciones, con una actitud genuina e interpelante, incluso corriendo el riesgo de perder el sostén de sus mecenas.
Uno de ellos fue Michelangelo Merisi, más conocido como Caravaggio, nombre que tomó del pueblo lombardo en la provincia de Bérgamo, donde el 29 de septiembre de 1571 nació y vivió parte de su infancia y juventud, para luego, ya conocido pintor, residir en Roma, Nápoles, Malta y Sicilia. Traslados que debió realizar a algunos de esos lugares como consecuencia de persecuciones derivadas de hechos violentos.
El padre de Caravaggio, Fermo Merisi era el administrador y arquitecto decorador de Francesco Sforza, Marqués de Caravaggio, cuya esposa Costanza Colonna, era de una familia ilustre y sería de importancia capital en la vida del pintor. Su madre, a su vez, pertenecía a una familia adinerada. Cuando Caravaggio tenía seis años, falleció su padre por una peste que asoló el norte de Italia y junto a su madre y dos hermanos, se trasladaron a Milán.
En esa ciudad, con trece años, Caravaggio ingresó como aprendiz en el taller del pintor Simone Peterzano. Algunos años después se dirigió a Roma al taller de pintura de Giuseppe Cesari. Por él accede al círculo del papa Clemente VIII y se relaciona con el cardenal Francesco María del Monte. Ésta era un importante coleccionista y mecenas, por lo que, por su impulso se instala, temporalmente en el palacio Madama, imponente complejo arquitectónico de la plaza del Castillo en Turín, una de las residencias de la casa real de Saboya y luego decora la capilla Contarelli en la Iglesia de San Luis de los Franceses en Roma, donde hoy se conserva “La vocación de San Mateo”.
Se dice que con Caravaggio comienza el Barroco. Su principal aporte a la historia del arte es el uso de la luz. El manejo del claroscuro, sumando oscuridad a las sombras y agudizando la luz en los objetos, estableciendo por lo tanto significativos contrastes. Se ha reconocido su delicada afición al realismo, consiguiendo obras pictóricas basadas en una profunda observación física de las cosas. Es el precursor del tenebrismo. Prácticamente no utilizaba bocetos, sino directamente pintaba sobre el lienzo.
Pero su desafío más importante fue, en los numerosos cuadros de inspiración religiosa, utilizar para representar santos, rostros de personas de los bajos fondos, pobres, borrachos y ladrones; para Santa Catalina, el rostro de una cortesana, Fillide Melandroni y para la virgen María el rostro de Lena Antonietti, una prostituta. Tal situación provocó reparos por parte de la jerarquía religiosa que le objetó esas representaciones por considerarlas, con fingida moralina, inadecuadas con los particulares valores de pureza y santidad que manejaba la Iglesia en esos tiempos.
Caravaggio frecuentaba tabernas, lugares “non sanctos” y la marginalidad de la época. Acostumbraba participar de orgías. Se manejaba, habitualmente, armado en esos ámbitos. Participaba de reyertas, discusiones y actitudes pendencieras, algunas de las cuales terminaron con hechos de sangre. En particular, en una de ellas, en el marco de un partido de pallacorda (un antecedente de tenis) le provocó una hemorragia, finalmente fatal, a Ranuccio Tomassoni, un joven aristócrata, proxeneta y mercenario, con el que discutió posiblemente por deudas o por una mujer.
A partir de ese hecho tuvo que escapar a Nápoles porque fue condenado a muerte por el Papa V, de quien poco tiempo antes había realizado su retrato. No tuvo calma en el resto de su vida. Dormía armado. Sufrió atentados contra su vida, de parte de personas vinculadas con Tomassoni. Uno de ellos le desfiguró el rostro. Finalmente, Caravaggio falleció de fiebre, posiblemente como consecuencia de una herida de arma blanca, a los 38 años en Porto Ercole, en la Toscana italiana.
La vida del pintor interesó a algunos realizadores para llevarla al cine. Entre otros, en 1986, el iconoclasta y provocador director inglés Derek Jarman, realizó “Caravaggio” con Nigel Terry, Sean Bean y Tilda Swinton. En el guion que firmó el director, conjuntamente con la reconocida escritora italiana Suso Cecchi D´Amico, se acerca al artista con una visión contemporánea, de forma que adiciona detalles del siglo XX.
Recientemente una nueva aproximación a Caravaggio es “La sombra de Caravaggio” (2022) dirigida por el actor y director italiano Michelle Placido e interpretada por Ricardo Scarmarcio. Éste suma a la personalidad arrolladora que el propio personaje poseía, un rostro absolutamente análogo al pintor.
Se basa en una supuesta investigación ordenada por el Papa Pablo V que lleva a cabo un personaje ficticio, “la sombra del Estado”, interpretado por Louis Garrel. Éste tendrá que dilucidar su participación de Caravaggio en el homicidio mencionado y en particular hacer una indagación respecto a la propensión del pintor a los excesos sexuales. La extraordinaria Isabelle Huppert representa a la seductora Costanza Sforza Colonna, una protectora, mecenas y enamorada del protagonista.
La película recorre la vida del artista, la intensidad y exposición con la que la desarrolló, su inspiración para sus principales obras, sus enfrentamientos con el poder, la elección de los modelos para los rostros y cuerpos de sus cuadros. Recrea con fidelidad la Roma de principios del siglo XVII y es posible observar muchas de sus obras en función de lo que ha dicho el crítico y ensayista John Berger “fue el primer pintor de la vida como la siente el populacho, la gente de las callejuelas, los sans-culottes, el lumpelaje, las clases bajas, los bajos fondos”. Es posible reconocer, por otra parte, la impronta de Caravaggio en otros pintores en la relación con la pintora Artemisia Gentileschi.
Placido consigue transmitir con realismo la temeraria historia de Caravaggio, con sus rebeldías y transgresiones, con localizaciones y vestuarios seleccionados escrupulosa y meticulosamente. Los claroscuros de las pinturas se transmiten a la fotografía que acertadamente utiliza el director.
En la actualidad se conservan nada más que 78 obras de las que realizó Caravaggio, las que se encuentran en los principales museos e iglesias del mundo. Así, entre otras, en Roma están “Narciso” y “La decapitación de Holofernes” en la Galería Nacional de Arte Antiguo; “La crucifixión de San Pedro” en la Basílica Santa María del Popolo; en el Louvre, “Muerte de la Virgen” y en la Galería Uffizi de Florencia, “Baco” y la “Medusa”.
Su legado es posible percibirlo en algunos de sus contemporáneos como Giovanni Baglione y Orazio Gentileschi, más tarde con Battistello Caracciolo; en pintores flamencos como Hendrick ter Bruggen y Dirck van Baburen y referentes más conocidos como Peter Raul Rubens, Rembrandt van Rijn y el pintor español Diego Velázquez.
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