Días atrás se realizaron en nuestra ciudad, como en otras del país, los festejos de carnaval. En el libro “Recopilación histórica de Concordia” (1977), Luis María Medina comenta algunas de las características que tenía esta fiesta popular en Concordia, a principios de siglo XX.
Dichas fiestas, según Medina, atraían a gran cantidad de viajeros de distintos puntos del país y aún del exterior. Tal es así, que la capacidad de los hoteles, pensiones y casas de familia que ofrecían sus servicios para los huéspedes, se veía desbordada. Por ese motivo la empresa Mihanovich amarraba un vapor para que sirviera de hospedaje. Aunque, también la Administración de los Ferrocarriles de Entre Ríos y Nord-Este Argentino estacionaba una gran cantidad de coches dormitorios para aumentar la capacidad.
De toda la provincia, de Corrientes y Misiones, y del Paraguay y la República Oriental del Uruguay venía el público visitante para asistir a nuestros carnavales. Según Medina (1977): “En todo el Litoral no había otro que alcanzara el brillo y lucimiento de estos festejos. Como lógica consecuencia, se multiplicaban las actividades de muchos negocios y empresas.
Las sastrerías apenas daban cumplimiento a la demanda masculina, ya que era recuente —para el hombre de toda edad— estrenar un traje y presentarse elegantemente ataviado en estas ocasiones”.
En la calle Entre Ríos, los vecinos solían instalar palcos de madera frente a sus casas, una práctica que, posteriormente fue asumida por la Municipalidad. Un personaje destacado era el Marqués de las Cabriolas, quien llegaba en una llamativa embarcación y se sumaba a la festividad en una lujosa carroza escoltada por personas a caballo y un gran número de disfraces y máscaras.
Los fuegos artificiales marcaban su llegada, iniciando un desfile por la calle Buenos Aires hacia el centro de la ciudad.
Las comparsas, como "Los negros alegres" y "La estudiantina", eran el punto fuerte de los corsos nocturnos, buscando siempre sobresalir y ganar premios. Las murgas, con sus ruidosos tambores, pitos y canciones picarescas, también formaban parte esencial del evento. Al finalizar el corso nocturno, la plaza principal se llenaba de guitarristas y acordeonistas para improvisar bailes al aire libre, extendiendo la fiesta hasta la madrugada.
¿Conocían estos datos del pasado de la ciudad?
Nos volvemos a encontrar en una semana para descubrir más historias de Concordia y la región.
Museo Regional Palacio Arruabarrena
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