Nuevo Sistema
En 1977 de la empresa Bayer Argentina en la que trabajaba, me llamaron porque tenía que ir a Buenos Aires con el vehículo que tenía en uso en ese momento, porque me iban a entregar otro 0 km bajo una nueva modalidad.
Como el que yo tenía era bastante nuevo aún, pregunté la razón.
Allá me explicarían en que consistía ese cambio de modalidad. Me entregarían un nuevo Renault, en este caso un 4 S con motor más grande.y bajo el sitema de leasing. Por lo tanto figuraría como propietario la empresa Bullrich en lugar de Bayer Argentina SA. En defiitiva era un alquiler con opción a compra
El auto debía ir a buscarlo a Sanabria Automotores en Villa Devoto en la calle Sanabria 2470 y entregar allí el usado. De allí tendría que ir a las 10 de la mañana a Oro y Cerviño en Palermo y allí se le haría la verificación. A las 10 me estaría esperando un hombre de Bullrich para explicarme los trámites. El coche nuevo, debía dejarlo estacionado enfrente, en la playa de estacionamiento de ALPI, hasta que me tocara el turno. La verificación la realizaba el ejército. Allí estuve mas o menos a la hora que me indicaron. Era un enorme local, lleno de fosas parta verificar la numeración del chassis y los soldados la realizaban. En el interior del local había una verdaera multitud de gente esperando para hacer el mismo trámite.
Yo miraba para todos lados buscando al hombre de Bullrich. Estuve buscando como 10 minutos y en una de esas veo a uno que levantaba un cartel que decía Bayer. Así que me dirigí a él y me identifiqué. Entonces dice:
─Pero, hace rato que lo estoy esperando. Viene con retraso─
Como me lo dijo de mala manera le digo en el mismo tono:
─Bueno, muy bien, es lo que Ud. tiene que hacer, señor. Vengo desde Villa Devoto ¿y usted pretende que sea puntual? Aclaremos que yo no soy empleado suyo, así que no me haga perder el tiempo y dígame que es lo que tengo que hacer─ como vi que acusó el golpe porque se puso a buscar en un portafolios y me da dos papeles y me dice:
─Tiene que hacer esa cola, mientras yo hago esta otra y después lo llamaré para firmar─
Me puse a hacer la cola y vi que avanzaba muy lentamente. Como dije antes, la verificación la hacía el ejercito y los que la realizaban eran soldados. Mientras esperaba, lo veo al tipo de Bullrich esperando en una cola aún más larga que la que yo estaba.
En ese local, habían hecho un entrepiso de madera donde estaban los encargados de dirigir todo el taller. Allí veo a uno de uniforme que me estaba mirando. ¡Buby Giorgio que era mayor del ejército! Y me hace una seña como diciendo ¿Qué hacés acá? Buby fue vecino mio en Concordia en la calle Sarmiento, ellos vivían en la esquina. Era mas grande que yo, por lo menos 10 años, pero fui amigo de todos ellos, incluso Margarita, su hermana, fue conmigo a la escuela Normal en la primaria
Entonces para responderle le muestro los papeles que tenía en la mano a lo que me hace una seña para que suba.
Subí entonces al entrepiso y lo saludé. Siempre tuvo un trato afectuoso conmigo y me preguntó que necesitaba. Le expliqué lo que me dijeron en la empresa sobre el leasing. De manera que allí nomás me firmó y selló los papeles. También le comenté del entredicho con el de Bullrich que era un estupido, y me dijo que le trajera también esos papeles que tenía el.
Así que bajé y lo busqué y aún estaba bastante lejos. Entonces me acerqué y le dije:
─Dame nomás esos papeles que yo los hago sellar y firmar─ le digo y ya lo tutee también.
─No, usted tiene que hacer firmar y sellar los que le dí─responde
─Ya estan firmados y sellados por el director del Registro de Verificación y me dijo que le traiga los otros y ya entra a verificación. Así que dámelos nomás. De manera que ya no te preciso más. Te dejo en libertad─ Así que me los tuvo que dar.
Buby Giorgio me los firmó y selló y me dice. ─ El trámite está listo. Ahora te van a dar las patentes. Si querés que te las coloquen, pedile al soldado y te las van a poner. Bueno, le agradecí la atención y nos despedimos.
Así que fui enfrente a buscar el auto y en 15 minutos ya estaba hecha la verificación y con las chapas colocadas. Le dí una propina al soldado y quedó lo más contento. Pero todavía tenía que ir a un Registro Automotor a dar de baja el usado en la calle Blanco Encalada en Belgrano.
Atendía una mujer gorda y malhumorada, de esas que se dibujan las cejas bien finitas. Se advertía claramente en ella, a una persona sobrepasada de trabajo, aunque había otros dos empleados, pero ellos no atendían al público. Esperé un buen rato mientras observaba el trato displicente y a disgusto que realizaba, hasta que me tocó el turno.
Entonces me dice:
─Va a tener que venir mañana a buscarlos, porque tengo que hacerlos firmar.
Entonces, en el mejor tono y lo mas amable que pude le digo:
─Pero caramba, Ud. sabe que soy del interior. Soy de Entre Ríos y tendría que ir a un hotel hasta mañana. Tengo en el auto todo el equipaje (lo cual era cierto), porque pensaba que en cuanto terminara con los papeles, salir para Concordia. ¿No habría forma de conseguirlos hoy? Vengo a la hora que Ud. me diga y me haría un gran favor.
Me miró con impaciencia (y yo pensé, acá se juega la cosa) y me dice:
─Mire, por ser del interior se lo haré firmar, pero venga dentro de una hora y media y se lo tendré listo.
─Bueno, entonces muchas gracias por su comprensión. Realmente me resuelve usted una situación con la que no contaba.
Como eran ya las 13.30 salí a la calle en busca de donde comer algo pero era un barrio de casas de familia y departamentos. Caminé unas cuadras y llegué a Av. Cabildo y allí sí había comercios. Me detuve en una rotisería, donde me quedé mirando un spiedo donde había pollos y un lechoncito girando, pero era comida para llevar, no para comer allí ni a paso. Al lado mío se para una mujer vieja y me dice:
¡Qué barbaridad! ¡Que porquería!
No entendí de que me hablaba, entonces le digo ¿Qué cosa? Con extrañeza.
─¿Pero no ve que la grasa del lechón le cae a los pollos y la de los pollos al lechón? Es una porquería, un asco
Es verdad, le digo. No lo había pensado (con el hambre que tenía lo comía igual) Entré a la rotisería y me hice hacer un sandwich de jamon y queso y una gaseosa porque una vez que terminara los tramites, me iba a Concordia. Pero me puse a buscar algún sitio donde comprar unos bombones para la gorda del Registro, ya que me estaba haciendo un gran favor. No encontré nada y ya casi había transcurrido la hora y media que me dijo. Lo unico que había era una panadería. Las masas que tenían no tenían buena pinta, entonces le compré facturas, que por lo menos eran frescas y de buen aspecto.
Cuando llegué al Registro me estaba esperando con los papeles listos, a pesar de que había mucha gente todavía. Finalmente me resultó gaucha la gorda, pero mi primera impresión no fue buena, porque se parecía al personaje de la empleada publica, que representaría Antonio Gasalla algunos años después. Solo faltaba que dijera ¡Atraaaas!
Le dije que muchas gracias y que me había hecho un gran favor y que por eso me permití tener un a atención con ella y le di las facturas.
Creanmé que se emocionó y casi lloraba y me dijo en voz alta:
─¡Ve usted! ¡Tenía que ser del interior para ser educado. En los años que llevo aquí, es la primera vez que alguien tiene una atención. Tenía que ser del interior, porque estos, (señalando al publico) ni las gracias te dan.
Así concluyó esta pequeña historia de la aventura de patentar un auto y dar de baja al anterior, todo en el mismo día y volverme a Concordia, adonde llegué a las 3 de la mañana. Claro, era joven y auto nuevo con buenas luces a pesar de las dos balsas y el camino de ripio. No tenía protector de parabrisas.
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