Pieza de damas
Seguramente para las generaciones actuales, sobre todo para las que viven en las ciudades, ciertas costumbres o hábitos de toda una época sean totalmente desconocidos, o las diversas formas en que debían ingeniarse los jóvenes para divertirse en los bailes de zonas rurales, donde cada vez que había un baile era todo un acontecimiento.
A veces se realizaban a continuación de la representación de alguna obrita teatral, generalmente en el “salón” del pueblo, y al no haber luz eléctrica, se iluminaban con faroles “sol de noche”, a los que continuamente había que darles “bomba” cuando comenzaba a disminuir la fuerza de la luz, o con un grupo electrógeno que generaba corriente haciendo bastante ruido, que solía restar sonoridad a la música, siempre ejecutada por conjuntos zonales o contratados en poblaciones cercanas. Eran equipos grandes que para que arranquen, debía enroscarse una cuerda a la que había que darle un fuerte tirón, generalmente varias veces, por lo que se turnaban varios jóvenes, y tener la precaución de que el tanquecito esté lleno de combustible, pues solía suceder que en el medio del baile empezaba a hacer algunas explosiones, disminuyendo rápidamente la potencia de los focos, hasta quedar a oscuras, debiendo movilizarse rápidamente los miembros de la comisión organizadora para cargar combustible y volver a ponerlo en marcha. Al quedar a oscuras, se encendían algunas linternas a pilas o encendedores de cigarrillos, “carucitas”, escuchándose algunas expresiones picarescas, como: ¡Dejen quietas las manos...! o quien fue el atrevido que osó robar un beso... Cuando se oía el ronquido del motorcito y al regresar la luz, no faltaba algún “sapucay” festejando la vuelta a la normalidad y no siempre estaban en su lugar las parejas que estaban bailando ... para desesperación de algunas madres que estirando sus cuellos y girando sus cabezas trataban de ubicarlas...
En el salón estaban distribuidas mesitas alrededor de la pista, frecuentemente hechas de cajones fruteros con una hojas de papel de astrasa encima y sillas de madera o hierro plegadizas, bastante duras... Generalmente los grupos de señoritas eran acompañadas por alguna mamá para que no quede sola quien no era invitada a bailar y “planchaba”, ya que por no dejar sola a una compañera solía suceder que quien era invitada, mediante una inclinación de cabeza, no aceptaba, poniéndose de acuerdo dos caballeros, haciendo el “sacrificio” uno de ellos para favorecer al otro.
Los integrantes de la comisión organizadora hacían de mozos, atendiendo la cantina y turnándose para servir los pedidos de las mesitas, generalmente las damas pedían anís o una Sacic que compartían, y los caballeros, en mesitas o en la cantina, Cubana Sello Rojo, y los que disponían de más capital, Cubana Sello Verde o una ginebra. Por lo general la moda de las jóvenes era lucir polleras “campana plato” con enaguas muy almidonadas, y al invitarlas a bailar se recomendaba al amigo que diese muchos giros así se regocijaban observando lindas piernas... También se daba el caso de que, por no haber, en la gran mayoría de esos lugares, sanitarios instalados, en algún intervalo de la orquesta se veía salir del salón a un grupo de damas, que luego de un rato regresaban, y alguna, con el mayor disimulo, trataba de rascarse una comezón producida por alguna planta de ortiga traviesa en la oscuridad...
En esos bailes solían ponerse en práctica diversas formas de diversión, donde todos participaban, como “el baile de la escoba”... Correo volante...venta de cédulas con premios o para elegir “la reina del baile” o “la pieza de damas”. Esta última modalidad consistía en que el locutor, en un momento interrumpía la música para anunciar: “A continuación... ¡pieza de damas!!! Y arrancaba la orquesta con un pasodoble o un fox trot. A partir de ese momento las que debían invitar a bailar eran las damas a los caballeros, circunstancia que aprovechaban de inmediato todas las que “planchaban” o no habían sido invitadas a bailar por “diversos motivos”... dirigiéndose muy diligentes y rápidas hacia los caballeros más disputados. Por caballerosidad o buena educación, o para no herir la dignidad de la dama, generalmente aceptaban produciéndose situaciones comprometidas o de ribetes cómicos, pues las parejas no siempre eran “muy parejas”..., o se sacaba el candidato a aquéllas que tenían más éxito con el sexo opuesto, abundando las cargadas y risas suspicaces pues quedaban al descubierto las preferencias que de otra manera, eran disimuladas y más de uno que intentaba lograr alguna conquista veía frustradas sus intenciones puestas en evidencia por otra relación que se trataba de ocultar.
También solía suceder que al anunciarse “pieza de damas”, algunos jóvenes, por no ponerse en evidencia o escapando a alguna situación embarazosa que se veía venir, se refugiaban en el “buffet” o cantina haciéndose los distraídos, mirando hacia cualquier lado, pero ciertas damas, de esas “que no perdonan”, hasta allí iban diligentes, y sin decir palabra tocando el hombro y mediante una seña con el dedo índice al elegido, regresaban a la pista muy erguidas y con una actitud de triunfo seguidas por su candidato que con la cabeza gacha y muy sonrojado sufría las cargadas de sus amigos.
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