Recordando al Café Tokio
Era el típico café rioplatense y al mejor estilo del madrileño Café Gijón que concentraba en su local lo mejor de la intelectualidad española.
Mas modesto el Café Tokio de Concordia, albergó sin embargo las tertulias que concentraron a personalidades de la epoca y algunos de ellos famosos exponentes del periodismo y de la politica, como Alberto Lleras Camargo, dos veces Presidente de Colombia, además, miembro fundador de la Oreganización de Estados Americanos (OEA), quien trabajó en el diario El Litoral de Concordia como también en La Nación de Buenos Aires, y tuvieron el privilegio de contarlo entre sus redactores. También sus inseparables compañeros de mesa eran Gregorio Suarez Bidondo, así como el “Coco” Loinas y el “Negro” Candia, sus colegas de El Litoral que dejaron su impronta en el viejo y ya desaparecido local.
Pero, tal vez debí comenzar por el principio, o sea por sus fundadores.
Corría el año 1913 cuando arribaron a la pujante ciudad de Concordia los que serían sus fundadores, los señores Morchichi y Yamagata, aunque su nombre inicial fue Café Japonés y su dirección, Entre Ríos 582 o sea que no estaba todavía en la esquina como yo lo conocí, sino donde estuvo ubicada la Casa Gregorio Furrer que vendía articulos del hogar y también discos, hoy hay allí un negocio llamado Maribella.
En 1920 el Café Japonés cambió de propietarios y también de nombre, y pasó a llamrse Café Tokio
Pero luego, en 1921, esa firma la transfirió a la sociedad de los hermanos Masarú, Shuso y Kazuo Horita y el señor Keiko Inohuye. Ya en 1923 lo trasladaron a la esquina de Bernardo de Irigoyen y Entre Ríos, cuyo local tenía grandes ventanales y fue pintado de color marrón y ese color se mantuvo mientras existió
Es posible que muchos recuerden a Toshiro Inoihuye, hijo de Keiko, de profesión Ingeniero Agrónomo y propietario de la Florería Santa Amelia en la Calle Entre Rios 820. Fue el creador y organizador del Vivero Municipal y gracias a su labor, Concordia ornamentó sus calles y parques con especies locales. Fue también un eximio tirador con pistola en el Tiro Federal en su epoca de apogeo, ganando varios concursos.
Dos hijos de Masarú Horita estaban a cargo de la atención del local. Estos eran Misoru Horita y Kichi Kazuo Horita (apodado Pepe), además trabajaban otros dos mozos también japones uno y el otro era criollo y se llamaba Juan Rodríguez a quien conocíamos como “Juancito”.
Los mozos japoneses eran Yosimi Higashima (apodado Roberto) y Sadaichi Ohya. Es bueno recordar que la presencia de Sadaichi Ohya en Concordia fue por casualidad. Siendo segundo oficial de un transporte de 10.000 tm de la Marina Mercante del Japón, debió descender en el puerto de Buenos Aires para internarse, aquejado de una grave enfermedad. Pudo restablecerse, pero quedó fascinado con el pais y su gente, asombrado de la amabilidad resolvió quedarse y no esperar el regreso de su barco. Pensó radicarse en Buenos Aires, pero le hablaron de Concordia donde tendría trabajo seguro con sus compatriotas y sin dudarlo, se vino a Concordia.
Asi llegue a conocer a Ohya, ya que yo concurría al Tokio a tomar un café, y también el café con leche con pan y manteca en rulitos o a jugar a la carambola en alguna de las cinco mesas que tenía. Ohya era el encargado y lo conocíamos por su buen humor y paciencia. El unico pecado que le conocí era la timba. Allí mismo, frente al Tokio, había un barcito de un tal Granaroli pegado a la Casa Oklander. Poca clientela se veía en el barcito, pero atrás estaba el negocio. Se jugaba al monte. Ohya, es el unico caso que conozco, jugaba al monte por teléfono. Llamaba por teléfono y preguntaba “¿Qué mostrar???” Le contestaban, por ejemplo “hay una sota y un siete”. “poné 5 pesos al siete”. Al rato llamaba y preguntaba “¿Qué salir?” le contestaban y entonces decía “Bueno, ya mando coblal”
Y nadie lo iba a estafar. Hay leyes no escritas que en esas mesas se respeta y mas aún en ese tiempo. Cinco pesos era bastante dinero, pues un café valia 0.25 ctvs
Ohya era quien atendía a los jugadores de billar, prendía la luz de la mesa de billar a ocupar y extraía las bolas de una caja adosada a la pared, que al abrirla, ponía en marcha un reloj que marcaba el tiempo de uso del juego. Y luego era quien cobraba y atendía lo que se servía a los que usaban el billar.
LOS FAMOSOS
Dentro de los visitantes destacados debo mencionar nada menos que a Carlos Gardel, en su paso por Concordia, en una oportunidad en que vino a Salto a visitarlo a Irineo Leguizamo en 1923. También jugó una partida de carambolas con Keiko Inohuye que según decían era muy buen jugador. También pasaron por El Tokio los famosos Hermanos Podestá, Pablo Podestá, Jerónimo y Blanca Podestá de gran fama teatral, de su tiempo, cuando actuaron en el Teatro Odeón
Tambien fueron visitantes del Café Tokio los famosos musicos chilenos concertistas de piano como Amparo y José Iturbe, Claudio Arrau, el italiano Antonio De Raco, Wilhelm Bachaus, nacido en Alemania, el polaco Witold Malkuzinsky que compartio la mesa con Marcelo Failde, también pianista y critico musical de este medio (El Litoral). fue el 22 de agosto de 1950, poco antes de presentarse en Concordia.
Dentro de ambiente billaristico, El Tokio también en distintos momentos de su grata existencia, recibió la visita de los maestros Pedro Leopoldo Carreras, Ezequiel Navarra y Enrique Navarra quienes, en su oportunidad, fueron campeones mundiales en competencias de carambola libre.
Dentro de los notables billaristas concordienses se destacaba Carlitos Nuñez, hijo del joyero que tenía su local de “Joyería Nuñez” haciendo cruz con el Tokio, donde ahora hay una venta de teléfonos celulares. También un sordomudo a quien yo conocía de los tiempos de mi escuela primaria, ya que vendía golosinas en la puerta de la Escuela Normal. Era muy diestro en el juego y lo buscaban para jugar. El mismo “Juancito”Rodríguez que si bien era mozo, los dueños consentían que compitiera con algunos parroquianos.
Pero quien se llevaba aquí las palmas era Miguel Rebot (Miguelito) que se había formado con los grandes maestros del billar siendo estudiante, pero también asiduo concurrente a “Los 36 Billares” en la Avenida de Mayo. Su juego era realmente fantastico. Parecía cosa de magia verlo hacer “la vuelta americana”, que consistía en hacer una carambola, logrando que las tres bolas quedaran luego acomodadas para seguir el juego.También en su momento, llegaría a ser sub Campeón Argentino de carambola libre. Miguelito fue durante un tiempo colega mío con el Laboratorio Millet Roux. Como todas las cosas gratas tienen su final también, un día anunciaron que el Café Tokio cerraría definitivamente, y lamentablemente así fue.
El cierre del Café Tokio llegó cuando la familia Ruda Vega, propietaria del local, resolvieron no renovarles el contrato de alquiler, pues habían decidido construir en la esquina, un edificio con salones comerciales y departamentos. Ese día, como siempre a media noche cerró sus puertas, como siempre y para siempre.
“Pepe” Horita (que está en la foto) siguió trabajando en lo suyo hasta su jubilación en el Café Ideal, igual que su hermano Misoru Horita, a quien llamabamos simplemente Horita. Kazuo Kichi Horita (Pepe) fue el último de esos amables y atentos japoneses que fueron nuestros vecinos. Falleció en 1988 en su casa, en el barrio de la Plaza España a los 78 años, ya jubilado de su profesión, que la ejerció durante 48 años, desde que arribó de su ciudad natal Yatushiro en la provincia de Kumamoto.
Nota: La mayoría de los datos de esta nota, fueron obtenidos por mi fallecido hermano Pedro Garayalde, más metódico y minucioso que yo en su paciente busqueda.
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