Hugo Alconada Mon define con claridad los motivos que convergieron a la llegada como Presidente de Javier Milei: “Encarnó un sentimiento social de bronca y frustración con la dirigencia tradicional que carecía de representación política en la Argentina”.
Todo quedó atado al humor social fruto del cansancio y hastío, junto a la esperanza que se logró despertar en cierto sector y la canalización de la bronca. Ocurre que en el medio de las disputas banales por la afanosa búsqueda personal y sectorial de poder (y de riquezas) siempre está la gente, aunque muchos lo olvidan.
A poco más de 100 días de gestión, para el politólogo Federico Zapata, “Milei es el emergente en la descomposición de un sistema que se rompió y, durante estos meses, lo que estamos viendo es la convivencia de distintos clivajes que no se ordenan y navegan sobre la implosión de la geografía política del AMBA, porque Milei no ganó con ese electorado, sino con el interior”.
Eso que expresa Zapata quedó demostrado con el voto definido de manera selectiva en un alto comportamiento emocional.
Por decisión de la mayoría, ante sólo la oportunidad de opción por un candidato u otro en doble vuelta, se impuso quien supo despertar la total atención y capitalizó las expectativas como así también las defraudaciones.
En esos días vendió esperanza y se compraron sueños, hoy se aprecia que en “el producto adquirido” aparecieron lo que en derecho se conoce como vicios redhibitorios, aquellos defectos ocultos que no son reconocibles en el momento de la entrega.
Pero que la mayoría claramente “compró”, algunos tal vez porque no les quedaba otra opción, otros quizás por plena convicción.
La crisis
El actor principal es la gente, eso es importante tenerlo en cuenta. Sin embargo hay quienes aún no lo entienden e inmersos en un fanatismo complejo y aletargado no ven venir el cambio que se está reclamando como una nueva “ola” que nos llega cual Tsunami.
Pasa que cuando cambia la gente y se va en esa sintonía, todo fluye, pero cuando la gente cambia y quedamos estancos en el tiempo, creyendo que todo es igual a como fue siempre o como era antes, estamos en un grave error de percepción.
A mis compañeras y compañeros les recuerdo que Perón expresa que la “sensibilidad e imaginación son base para ver, ver base para apreciar, apreciar base para resolver, y resolver base para actuar”. Pasa que a veces el ego nubla la vista de la perspectiva política y social cuando se está sólo en el texto y no en el contexto, o lo que es peor, en “el verso” y sin el texto, mucho menos cuando no se está en la periferia. Y si encima no hay “olfato” político, todo se complica para quienes pretenden conducir un pueblo en andas que empieza a padecer las decisiones económicas de quienes pretenden hacer “cerrar los números” sin la gente adentro, careciendo así de rostro humano una economía que hoy más que nunca debería tenerla.
Todo gracias a la mezquindad de quienes cometieron los errores políticos habidos y por haber para que se de esta realidad actual. Tengamos memoria también.
Ahora bien, sepamos que lo que fue ya quedó atrás y lo que pasó no va a volver a ser. Por eso nuestro país, como representación de una sociedad molesta, no va a volver atrás. Es imposible que eso suceda. Porque se ha roto un sistema donde ya no hay lugar para nuevos “restauradores”.
Sólo nos queda la esperanza de construir juntos con la sociedad civil la red que contenga a los que se están “cayendo” del sistema. Aquellos rostros humanos que clamen ayuda y una mayor contención posible.
Para la gente hay un enorme malestar que se explica también en la distancia hacia la dirigencia política o viceversa (aclaro que no de todos, pero en esto siempre “pagamos justos por pecadores”).
La disputa partidista ha pasado a un segundo plano y está muy presente un nuevo participante, el de la bronca que ya no se calla, y junto a ella el ojo ciudadano que todo lo mira, controla y critica.
El otro país y lo que viene
Desde un lado de “la General Paz” salió un excéntrico personaje, con un fuerte esquema mediático que lo apoyó y continúa haciéndolo, encarnando la bronca social contenida tras una década de empates políticos entre coaliciones que no acordaron un programa común.
Para unos Milei es la representación mayoritaria de las minorías fraccionadas de otro tiempo, para otros su arribo es la consecuencia del fracaso económico de los gradualismos, por ende contiene una deseo de “shock profundo y de cirugía sin anestesia”.
Estamos con una grave situación económica y para solucionarla primero habrá que resolver otro gran problema, el político, porque la gente ya no respalda proyectos, rechaza a la política y a quienes la representan, mucho más si para tratar de despertar esperanza en la gente algunos se apoyan en un pasado al que a pocas personas les interesa realmente.
Es ahí donde para las discusiones que vienen, el resto del país que está más allá del AMBA puede empezar a construir un liderazgo fuerte, tal vez mirando a Córdoba. Precisamente porque la crisis de los liderazgos nacionales y las coaliciones de laboratorio generan un terreno propicio para sembrar en la tempestad de este temporal que nos lleva puesto a todos.
He ahí la salida en esta actualidad, donde el Justicialismo si quiere volver a ser protagonista va a tener que encarnar una profunda voluntad de cambio y transformación ante la crisis que se tiene con la sociedad producto del hartazgo.
Cuando todo pase, el bipartidismo entendido como tal no será una opción, porque las construcciones políticas del último decenio se han dado con expresiones que contenían a las de la ciudadanía mirando hacia el futuro, no hacia el pasado. Hoy se necesita “olor a jazmín” en vez de olor a “naftalina”, por más nueva que sea “la percha”.
Ante el clima dominante de época, con un fuerte hastío social y con la clara intención producida como reacción sostenida en la idea de castigar a una gran parte de la dirigencia, pensemos en aquello que verdaderamente debe importarnos insistentemente, la gente, por eso construir cercanía es lo más aconsejable para afrontar este tiempo y el que viene.
En un ejercicio local, escuchemos en el mayor de los silencios, con mucho respeto y con plena atención. Interpretemos lo que nos están queriendo decir nuestros vecinos.
En función de la lucha permanente por la resolución de los verdaderos problemas de la gente, mirando para adelante, vayamos por la construcción de un próximo ciclo que nos tenga ahora como protagonistas, mano a mano con el pueblo y siempre en búsqueda de su felicidad.
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