Viernes Santo en el Vaticano: "Cristo es el ancla de nuestra esperanza"
El cardenal Claudio Gugerotti presidió la solemne liturgia de la Pasión del Señor el Viernes Santo en la Basílica de San Pedro, como delegado del Papa Francisco.
El cardenal Claudio Gugerotti, prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales del Vaticano, presidió la liturgia de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo en la Basílica de San Pedro la tarde del Viernes Santo. Mientras, continúa la convalecencia del Papa Francisco.
El Viernes Santo es el único día del año en el que no se celebra la Santa Misa.
La Iglesia celebra la solemne liturgia de la Pasión del Señor, que consta de tres partes: la Liturgia de la Palabra, que culmina con el lectura de la Pasión según San Juan; la Adoración de la Cruz; y la recepción de la Sagrada Comunión.
Victoria paradójica
Después de la proclamación de la Pasión, el predicador de la Casa Pontificia, fray Roberto Pasolini OFMCap, pronunció la homilía.
El fraile capuchino comenzó recordándonos que en el corazón del Triduo Pascual se encuentra el misterio del Viernes Santo. Entre el blanco del Jueves Santo y el Domingo de Pascua, la liturgia de hoy, observó, se tiñe de rojo, invitándonos dramáticamente a meditar en el amor supremo revelado en la Pasión de Cristo.
Sin embargo, sugirió, este no es un día de derrota sino de victoria paradójica.
La “inteligencia de la Cruz”
El predicador pontificio invitó a reflexionar sobre la "inteligencia de la Cruz". En una época en la que la inteligencia artificial y predictiva domina nuestro pensamiento, la Cruz ofrece una forma de sabiduría radicalmente diferente: una que no calcula ni compite, sino que simplemente ama y da. Esta inteligencia no es artificial, sino profundamente personal y abierta a Dios. En un mundo configurado por algoritmos, la Cruz restaura la auténtica libertad: la libertad de amar, incluso cuando cuesta todo.
El padre Pasolini recurrió a la Carta a los Hebreos, donde se lee: "En los días de su vida mortal, Jesús ofreció oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas, y fue escuchado por su reverente sumisión".
A primera vista, observó, esto es difícil de aceptar, porque uno puede preguntarse cómo se puede "escuchar" a Jesús si todavía muere en la cruz.
"El misterio", respondió el predicador, "radica en cómo respondió el Padre: no evitándole el sufrimiento a su Hijo, sino capacitándolo para aceptarlo libremente. Este "abandono total" fue la aceptación confiada de Cristo a la voluntad del Padre, incluso cuando esta lo condujo a través de la oscuridad".
(AICA)
Tres momentos
Fray Pasolini reflexionó sobre tres momentos de la Pasión en los que Jesús ejemplifica esta confianza. Primero, en el Huerto de Getsemaní, al ser confrontado por quienes venían a arrestarlo, Jesús dio un paso al frente y dijo: "Yo soy".
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